woman 5628299 640Le he hecho un copieteo descarado al señor García Márquez con el título, lo admito. Aunque tampoco es que mi confesión sea necesaria, porque el delito es evidente. Solo falta que tenga la poquísima vergüenza de decir que lo he sacado de cosecha propia. Pero es que… ¡Nos viene al pelo! Déjame que te cuente con qué paranoia vengo a dar la lata hoy y ya verás como me das la razón.

         Hace unos días me descubrí leyendo una novela ambientada en la actualidad. De esas en las que los personajes toman el taxi, van al cine y reciben mensajes al móvil, con una sensación… No sé cómo definirla, no era rara. En realidad, solo era la que suelo experimentar cuando mi mente pasea por las páginas de una historia de regencia. La que me hace entender que, ese mundo, el de los personajes, no es el mío; forma parte del pasado.

       Mi primera reacción fue mirar la fecha de publicación del libro: 2018. Anteayer, como quien dice. Seguro que todavía tienes muy presente a tu yo de 2018, ¿a que sí? Yo a la mía también. La Adriana de 2018 no era muy diferente de la de 2021 en cuanto a sueños, miedos, necesidades… Quizás, la mayor diferencia entre la que soy y la que fui en este lapso de tiempo tan cortito ―inexistente, si hablamos de “tiempo histórico”― es que esa versión mía de hace dos años nunca tuvo que subir a casa, cuando ya estaba en el portal, porque se le había olvidado colocarse la mascarilla; los guantes los usaba solo en invierno, para prevenir los sabañones y, aunque llevaba un botecito de hidroalcohólico en el bolso, más que nada por si tocaba comer fuera, tampoco es que considerase al dichoso gelecito que te reseca hasta el alma un producto de primera necesidad.

         Aquella Adriana era completamente ajena a las precauciones que exige la exposición a un virus que anda campanada a sus anchas por todo el mundo. Exactamente igual que los personajes de mi novela. Y, aunque el tiempo transcurrido entre el presente que viven ellos y el mío es poquito… ¿Qué quieres que te diga? ¡Se siente una eternidad!

womens day 4389504 640Imaginemos el siguiente supuesto práctico: Ana, María y Lola son tres amigas estupendas que se van juntas de crucero. Y, ¡oh, casualidad! resulta que en el mismo barco viaja también Martín; eterno amor de Lola, al que la muy pava no se atreve a tirar la caña. Pero no es su culpa, eh. No; lo que pasa es que la pobre es verlo y entrarle el síndrome de Dirty Dancing. Y no me refiero a que le dé por marcarse un bailoteo sensual, sino a que todo lo que se le ocurre decir son genialidades del tipo:  «traje una sandía».

         ¡Ay! ¿Quién no ha sido la tonta de la sandía alguna vez? Yo… ¡demasiadas!

Pero volvamos a Lola. Siendo tan paradita la muchacha, si a sus amigas les diera por darle un empujoncito ―en el más literal de los sentidos― para propiciar un poco de contacto físico entre ella y Martín, más que nada para que el mozuelo con pintas de Brad Pitt noventero se percate de que la chavala está allí y así… ¡Pues a ver si surge algo! Si eso sucediera, digo, todas nosotras, como lectoras completamente a favor del romance de estos dos que somos, le aplaudiríamos la ocurrencia a Ana y María.

         Pero, claro, eso sería en un mundo pre COVID. Tras este 2020 tan peculiar que nos hemos zampando enterito… Pues tú párate a pensarlo. Pero hazlo con responsabilidad, que es una cualidad que los tiempos que corren nos exigen y parece que todavía hay a quien se les resiste. Que tu amiga del alma te empuje para que caigas encima de un desconocido, por cañón que esté el susodicho, solo tiene dos lecturas:

  • Tu compi es una inconsciente o no está muy al tanto de la que tenemos en todo lo alto: Con lo cual, en nombre de ese afecto que os une, te aconsejo que te sientes con ella y le des una larga e informativa charla. A ver, que es tu amiga; no puedes dejar que la criatura vaya por ahí sin saber el riesgo al que se expone y expone a los demás.
  • No le importa un car*** tu bienestar: Así que mejor ve planteándote alejarte de esa mala compaña, como dirían las abuelas, porque hoy te tira encima de un desconocido y, mañana, igual le da por tirarte por la borda de ese crucero al que te has ido con ella. Más que nada para ver si flotas.

Sí, tú llámame dramática, pero ya estás avisada. Ahora, a ver qué haces.

mask 5042631 640Siempre digo que la novela romántica es un género que está muy vivo y que se transforma al ritmo que le marca la sociedad, pues es un reflejo de la misma. Esto es algo que resulta particularmente evidente en el subgénero de la contemporánea. Y, como comentaba al principio, tengo la sensación de que a estas novelas que reflejan nuestro día a día las hemos perdido en cuestión de meses. Ahora mismo, cualquier título que podamos encontrar publicado como romance contemporáneo suena a pasado; a esa normalidad que sí lo era, no como esta novedad que nos ha caído en suerte.

         En realidad, este pequeño desfase temporal a mí, personalmente, no me parece mal. Después de todo, leemos novela romántica para evadirnos de nuestros problemas y refugiarnos en una realidad más amable, ¿no? ¡Pues una realidad prepandemia se me antoja horrores! Así que ¿para qué vamos a dejar testimonio escrito de un momento tan desagradable en un género que persigue hacernos un poquito más felices?

         Pero, ¿qué pasa si, como están adelantando los grandes diseñadores, la mascarilla se convierte en un accesorio imprescindible en nuestros outfits? ¿En una prenda tan fundamental como los zapatos, a la que terminamos acostumbrándonos? Si esa nueva normalidad a la que todos dicen que debemos adaptarnos incluye que incorporemos definitivamente a la cotidianidad todo lo que, ahora mismo, nos resultan rarezas motivadas por una situación excepcional… ¿Terminarán las novelas románticas incluyendo párrafos del tipo?:

         «Martín sintió que ya no podía seguir reprimiéndose; que el deseo que Lola despertaba en él finalmente lo había desbordado. Acercó los dedos a su cara, los enganchó en el borde de su mascarilla y, con un seguro tirón, la bajó para liberar sus labios. Aquellos labios que ardían por probar los de ella».

         woman 5951784 640No sé que opinarás tú, pero a mí, así de entrada… Me da entre miedo y tristeza. Ya se sabe que el ser humano se adapta a todo, y cuando llegas a un cambio de manera progresiva y lenta tampoco te resulta tan traumático. Pero… no apetece nada, la verdad.

         Cuéntame qué opinas tú de todo esto. Se han publicado algunas novelas ambientadas en el confinamiento, ¿las has leído? ¿Me recomiendas alguna? ¿Crees que sería muy complicado escribir una novela romántica ambientada en la nueva normalidad, ya que el contacto físico estaría muy limitado?

         Ya sabes que tu opinión es la parte más importante de este artículo, así que… ¡te leo en los comentarios!

Adriana Andivia

https://adriandivia.blogspot.com/

 

Artículo realizado por Adriana Andivia.

 

 

 

Comentarios (1)

  • Bona

    06 Febrero 2021 a las 16:37 |
    Sí he leído una, la de Marisa Sicilia, «París puede esperar» que, como todo lo suyo, me parece muy bien escrita y que recomiendo, aunque no me acabara yo de sentir del todo cómoda. Mis sentimientos son ambivalentes, no me gustó del todo la experiencia. Sí que creo que se puede ambientar una romántica en estas circunstancias, pero es muy desafiante. Es una situación límite que se está llevando a cientos de personas todos los días. Creo esencial que se trate con respeto el tema, que seamos conscientes de que estamos hablando de algo que mata a cuatrocientas personas al día, en teoría se puede.
    También es verdad que depende del sitio donde ambientes la novela. No es lo mismo España, que bate récords de contagios y muertos, que en países donde lo han hecho bien, que no llegan a mil muertos y que tienen una vida más o menos normal (por ejemplo, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Japón, Singapur, Taiwán, por ejemplo). Allí la gente sigue saliendo a restaurantes, yendo al cine, etc. viven en burbujas seguras, no como aquí.

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