• Fecha: Jueves, 03 Noviembre 2016

ARTÍCULO 23 ― EL ESCRITOR COMO CORRECTOR (II)

En el artículo anterior hicimos hincapié en que una de las decisiones más "saludables" (para la novela y para su autor) consistirá en dividir la labor de corregir un manuscrito en fases que organicen la tarea y que permitan poner el foco en elementos diferentes de cada vez. Pues bien, a partir de ahora nos centraremos en conocer más esas fases una por una.

Como ya imaginarás, lo más sensato en una situación así es tratar de ir de lo general a lo particular para economizar esfuerzos y horas de trabajo, por lo que toda corrección ha de empezar deteniéndose en lo más general (y podría decirse que también en lo más complejo y laborioso): en la estructura. El resto de fases las dejaremos para el próximo artículo.

Al poder leer una obra al completo y del tirón, vamos a ser capaces de detectar ciertas debilidades que tienen que ver con la propia historia, con los personajes, con las emociones, con el ritmo, con la intriga, con la coherencia... que antes, por mucho que la hayamos planificado y trabajado a conciencia, no podíamos ver. Y si alguno de esos cimientos se tambalea, todo lo demás se vendrá abajo a los ojos del lector, ya que basta una pequeña sombra de duda para que nada más le resulte creíble.

Para descubrir posibles inconsistencias en la estructura de tu novela, es fundamental que te plantees varias preguntas:

  • ¿Es esta la historia que quiero contar? ¿Qué se cuenta en ella? ¿Está bien definido el conflicto? ¿Se ve claramente? ¿Cuál es su tema primordial? ¿Hay más temas presentes en la obra?

  • ¿Existe una estructura principal? ¿Cuáles son los puntos clave de la trama? ¿Resulta esta equilibrada? ¿Y consistente?

  • ¿Cuántas tramas secundarias se pueden distinguir? ¿Cuáles y cómo son? ¿También estas son equilibradas y consistentes? ¿Están introducidas en el mejor momento posible?

  • ¿Es impactante el inicio de la historia? ¿Y el final? ¿Dónde se sitúan los cambios de rumbo? ¿Está bien dosificada la información? ¿Todos los acontecimientos resultan claros y coherentes?

  • ¿Cómo se mantiene el ritmo? ¿Hay partes aburridas? (si es así, por mucho que te duela, debes eliminarlas. Si al propio autor le aburren párrafos enteros de su manuscrito, es probable que el lector ni siquiera llegue a ellos...). ¿Está bien manejado el suspense?

  • ¿Hay demasiados personajes o demasiado pocos? ¿Todos ellos son adecuados o sobra alguno? ¿Se comportan de forma coherente? ¿Han quedado bien definidos?

  • ¿El final ata todos los cabos o hay algún fleco suelto?

  • ¿Es correcta la distribución en escenas/capítulos? ¿Qué pasaría si se alargara la historia? ¿Y si se acortara?

  • ¿Los giros argumentales producen sorpresa en el lector?

Obviamente, ser capaz por uno mismo de evaluar todas estas cuestiones en un texto tan manido y por el que es inevitable sentir cierto aprecio (o eso se espera...) va a ser muy difícil. De ahí que ya en esta fase la ayuda de un buen puñado de lectores beta o lectores cero de cuyo criterio literario te puedas fiar resultará de incalculable valor.

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Comentarios (2)

  • Ana

    13 Noviembre 2016 a las 17:16 |
    Opino lo mismo. Estos consejos son de mucha ayuda.

    responder

  • Malory

    05 Noviembre 2016 a las 09:50 |
    Para que luego digan que escribir es fácil, que lo puede hacer cualquiera... a mí se me están quitando las ganas jajajaja
    Gracias por todas estas pautas que nos ayudan a mejorar cada día un poquito.

    responder

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