Judith aún podía sentir el roce de sus labios cuando la besó. No debió escapar, pero era eso o contestarle con la verdad.
Todavía no estaba preparada para ponerse delante de él y decirle que sí, que ella fue esa mujer destrozada el día de su boda.
¿Sería capaz algún día de contarle lo que realmente le hacía daño?
Una vez creyó que jamás podría olvidar su voz y ahora eran sus ojos los que inundaban su mente.
Estaba perdida en su mirada, en su recuerdo. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, deseaba seguir así. ¿Estará Hector dispuesto a mantener esa distancia?
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