Bertiana (Rumanía), 1913.
Aquello era culpa mía, sobre ese particular no había discusión posible. Lo sé ahora y, lo que es aún peor, lo sabía ya entonces. Y es que, cuando todo un pueblo coincide en una misma idea, lo menos que debería hacer alguien con dos dedos de frente es darla por buena. Pero claro, para eso, yo debería haber tenido algo más que un vacío del tamaño...