Lavyrle Spencer - Por toda la eternidad

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Crítica realizada por Mariam

Rachel Hollis acaba de enviudar. Estando en el cementerio se percata de la presencia de Tommy Lee Gentry, la última persona que esperaba ver allí, aunque se conocen desde que nacieron. En Russellville se le considera poco menos que el gamberro del pueblo y lo cierto es que se ha ganado esa reputación a pulso, pero también fue el primer amor de Rachel.

Pese que ambos siguen viviendo en ese pequeño pueblo de Alabama, en los veinticuatro años que han transcurrido desde que terminara su historia de amor, y a pesar de que en ocasiones se han cruzado por la calle o sus miradas encontrado en algún lugar, no han vuelto a hablar cara a cara. Sus caminos se separaron cuando tenían diecisiete años y ahora, en el cementerio parece que vuelven a cruzarse.

Después de dos años viendo apagarse poco a poco a Owen, víctima de una enfermedad, el hombre con el que ha estado casada durante casi veinte años, Rachel trata de volver a la vida que llevaba antes y llenar sus días con el trabajo en su tienda de ropa, las cenas con su padre y amigos. Pero siente un vacío en su interior, un vacío que la ha acompañado desde hace muchos años. En su soledad reconoce que solo junto a Tommy Lee no existía.

Y ahora que Tommy Lee empieza a hacerse el encontradizo con ella, lo que levanta muchas habladurías en un pueblo muy conservador, e incluso a llamarla, la asalta una duda, ¿será que aún sigue enamorada de él, o en realidad solo lo está del recuerdo de un pasado en común?

Al nombre de Tommy Lee Gentry se asocia una larga lista de mujeres. Se ha casado y divorciado tres veces. Lleva una vida solitaria y de excesos. Bebe y fuma en demasía, conduce su escandaloso cadillac blanco sin respetar los límites de velocidad. Es el terror de los vecinos de Russellville. Pero, en su fuero interno, sabe que Rachel es la única mujer que ha amado y ahora que han vuelto a encontrarse, está dispuesto a todo por recuperar el amor perdido de su juventud y ¡al diablo con los chismosos!

Por toda la eternidad de LaVyrle Spencer fue publicada en 1988 por la editorial Harlequín y es una de las primeras novelas que escribió la autora. No había tenido la oportunidad de leerla hasta ahora y si bien debo decir que es la novela que menos me ha gustado de esta autora, me alegro infinitamente de haberla leído.

La razón por la que digo que es la que menos me ha gustado es porque no tiene demasiado en común con Los dulces años, Maravilla o Promesas por mencionar algunas de las que más me han gustado. Es una historia mucho más corta que carece, tal vez, de esa profundidad que caracteriza a las otras. No es una historia tan minuciosamente hilvanada ni tan brillantemente pulida, pero me ha conmovido de principio a fin y he sido incapaz de dejar hasta terminarla.

Lo cierto es que no se como comentar qué me ha parecido esta novela sin desvelar demasiado, así que comenzaré diciendo que lo primero que me ha sorprendido de ella es que, como es habitual en esta escritora, los protagonistas son atípicos. Atípicos en el sentido de que en una novela romántica tal vez suelen prevalecer hombres de negocios, deportistas, SEALs... y, sobre todo, hombres muy atractivos y masculinos, casi siempre muy jóvenes.

Pues Rachel y Tommy Lee, sobre todo él, no se ajustan a ese perfil. Ambos tienen cuarenta y un años.

Fueron el primer amor el uno del otro, pero las circunstancias -circunstancias que se van desvelando en la novela- les separaron y con los años rehicieron sus vidas por separado.

Rachel se casó con un hombre del agrado de su padre, sobrio y tranquilo, de hecho trabajaba en el banco de Everett Tamaldge, su suegro. Es propietaria de una elegante boutique y socialmente está muy bien considerada. Pero ahora a los cuarenta y uno ha enviudado y no tiene hijos, con lo que se siente un poco sola.

Tommy Lee Gentry se casó tres veces y se divorció otras tantas. Tiene tres hijos, pero las difíciles relaciones con sus ex-esposas no han ayudado a que sea un buen padre. Tampoco fue un buen marido. Económicamente no tiene problemas. Es dueño de una constructora y se ha enriquecido, pero pese a ser propietario de una enorme y costosa casa a la orilla del lago, la tiene muy desatendida.

Pero lo que más habladuría suscita es que un hombre de vicios. Bebe y fuma en exceso. Se acompaña de mujeres desinhibidas y licenciosas. O eso de dice. Su estilo de vida ha hecho estragos, con lo que su apariencia física está muy desmejorada.

A medida que avanza la novela, LaVyrle Spencer desentrama los hilos de esta historia y vamos viendo a los jóvenes Rachel y Tommy Lee y, poco a poco, los reconocemos bajo la apariencia elegante y sobria de la mujer adulta y el descuidado constructor de ojos enrojecidos y rostro hinchado. Y ahí radica la magia de esa historia. Por ello y aunque como digo antes Por toda la eternidad es la novela que menos me ha gustado en comparación con el resto, es una historia que me ha ganado poco a poco y casi sin percatarme, al igual que Rachel y Tommy Lee.

Es refrescante encontrar de cuando en cuando historias que se salgan un poco de los límites convencionales de una novela romántica. Es emocionante adentrarte en sus páginas con la incertidumbre de qué hallarás, casi como si fueras una lectora nueva en este género y aún te quedara mucho por descubrir. Y es indescriptible sentir emociones tan profundas en una historia que, de entrada, parece intrascendente o que carece de atractivo. Eso es lo que me ha sucedido.

Puede que en Por toda la eternidad no encontremos ese componente tan sexual que acompaña a menudo a las novelas contemporáneas, pero poco importa, pues es por la carga emocional que despierta que llega al corazón.

Es la historia de un amor perdido que se ahoga en culpabilidad, en melancolía y en la amargura de saber que el tiempo pasado no volverá. Es la historia de una mujer que vive protegiendo su corazón bajo una imagen elegante y sobria, la historia de un hombre que en los primeros capítulos se te describe casi como un fracasado, que vive hundido en vicios y apatía.

Pero bajo esa apariencia se esconde una bonita historia de amor que poco a poco despierta y deslumbra. En ocasiones es difícil, en ocasiones triste, pero romántica al fin y al cabo. Valiente y osada.

Así que puede que no sea la novela más bonita ni más dulce ni más romántica de LaVyrle Spencer, pero la he terminado con una sonrisa en los labios y mariposillas en el estómago y con la convicción de que esta autora ha tenido la valentía de aventurarse con historias difíciles y diferentes.

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