Laura Kinsale - Flores en la tormenta

Valoración:

Crítica realizada por Mariam

Christian Langland, el reconocido calavera duque de Jervaulx, es una eminencia en el mundo académico de las matemáticas por la brillantez de su mente y aptitud para los números. Le apasiona desentramar las más complejas operaciones y fórmulas matemáticas, y colabora con un humilde matemático cuáquero que comparte su amor por éstas.

Maddy Tims es la hija solterona de este matemático. Cuáqueros, difieren abismalmente de la opulencia y despilfarro al que está acostumbrado Jervaulx. La vida de los Tims es humilde y se rige por los estrictos principios morales de su religión.
Debido a la ceguera de su padre, Maddy es la encargada de escribir y posteriormente entregar la documentación pertinente de sus investigaciones al infame duque de Jervaulx para ser expuestas ante la Sociedad Analítica.

Sin embargo, Jervaux jamás la ha recibido ni en una sola de sus visitas, por lo que no se conocen hasta la noche en que, ante la mismísima Sociedad Analítica, Tims y Jervaulx presentan sus asombrosos descubrimientos.
Pese a la sencillez de su apariencia, Maddy afecta profundamente al duque, más habituado a mujeres voluptuosas y de mayor atractivo.
Poco después de ese primer encuentro, Maddy es informada de la repentina muerte de Jervaulx a consecuencia de un duelo. Incomprensiblemente, la noticia le afecta como un puño en el estómago.

Tras la muerte de Jervaulx, la vida que los Tims conocen se desmorona, ya que sin el apoyo financiero y social que el nombre del duque suponía, se ven en la necesidad de buscar un nuevo modo de ganarse la vida, en concreto Maddy que pasa a trabajar para su primo, médico de una institución para enfermos mentales.
Su sorpresa es monumental cuando reconoce al Jervaulx en uno de los pacientes y descubre que su muerte fue fingida. Tras sufrir, durante el duelo con el marido de su última amante, un ataque que le provodó una afasia, fue ingresado en dicha institución mental, pero a ojos de la sociedad el duque de Jervaulx murió esa noche.

Considerado uno de los pacientes más violentos y peligrosos, es mantenido sedado o maniatado. Se le acusa de demente, cuando la realidad es que la afasia le ha hecho perder la capacidad para la lengua y simplemente le impide comunicarse. Poco a poco debe aprender a volver a hablar, y la frustración por saberse incapaz de expresar sus pensamientos, lo enfurece y convierte en un hombre peligroso a ojos de todos. Es un hombre completamente cuerdo encerrado en un cuerpo que le impide comunicarse verbalmente.

Hasta la llegada de Maddy, sufre maltratados y vejaciones constantes a manos de su guardián y carcelero. Pero gracias a la ayuda de la joven cuáquera cree que podrá recuperar su antigua vida. Sólo ella parece comprenderle, sólo ella no le teme y aprende a interpretar sus gestos hoscos y arranques de mal humor. La presencia de Maddy se convierte en un bálsamo para sus nervios, en un remanso de paz para una mente torturada por la incomprensión y el saberse desposeído de la capacidad de expresarse.

Sin embargo, no todos parecen querer que el duque de Jervaulx recupere su antigua vida. Sus ambiciosos cuñados, con el beneplácito de su propia madre y hermanas, pretenden incapacitarlo legalmente para controlar el patrimonio familiar.
Tan sólo la tía del duque, Lady de Marly, se opone a ellos y propone un trato a Christian: si se casa con la joven de buena familia elegida para él, y engendra al próximo heredero de Jervaulx que continúe con el linaje familiar, ella lo ayudará.

Christian acepta, consciente de que es su última salida, pero llegado el momento descubre que no puede ni desea casarse con la dama en cuestión, sino que la única mujer para él es la sencilla Maddy, o como él la llama, su niña-Maddy.
A partir de este punto, comprende que no le queda otra alternativa que la huida y, ayudado por de sus mejores amigos, se refugia en su propiedad en la campiña inglesa. Allí, aislados, Maddy y él descubre la magnitud de sus sentimientos, así como son muchos los escollos que los separan.

Flores en la tormenta es una novela histórica que se sustenta en una minuciosa y cuidada documentación de la época que retrata y la realidad social de los enfermos mentales, ya que describe con todo lujo de detalles la realidad de esa época y la vida de los enfermos mentales a manos de las instituciones donde eran ingresados.
El hecho de verlo a través de los ojos de un hombre cuerdo, cuyo problema reside en una disfunción cerebral que le impide comunicarse verbalmente, impacta doblemente porque es consciente en todo momento de lo que le sucede.

Christian no es demente, es un hombre que debe volver a aprender a hablar, incluso a vestirse. Su cuerpo ya no le obedece, así como su cerebro no le deja expresarse.
A través de las escenas en que Maddy atiende a Jervaulx, al principio asustada y temerosa, con bondad y paciencia después, vemos la evolución en su recuperación y somos conscientes de la frustración y soledad que éste padece.

Christian ve en Maddy a un ángel llegado a la tierra para salvarle de un destino peor que la muerte; Maddy lo ve como una llamada de Dios, una misión encomendada a ella a la que no puede negarse. En cualquier caso, poco a poco somos testigos de cómo el amor nace entre esta pareja.
La incapacidad de Christian para explicarse coherentemente, más el choque entre la mentalidad de un duque sin principios, calavera y disoluto, y una joven cuáquera es uno de los mayores escollos a salvar. Eso, sin contar con la oposición de una familia y de una sociedad que juzga que ese hombre debería ser ingresado en una institución para enfermos mentales.

Una historia de amor preciosa, donde descubres a dos seres tan diferentes como el día y la noche, y donde se conjuga un amor sin igual.
Tanto si entiendes como si no la oposición de Maddy -no olvidemos que la cuáquera es una religión protestante de firmes y estrictos valores morales- es fácil sentirse abstraído por la tormentosa relación entre ellos.
Ambos son de carácter fuerte, indomable, y Laura Kinsale retrata y describe sus sentimientos de un modo que traspasa el papel.

Flores en la tormenta narra una historia de amor poco convencional. A través de sus páginas somos testigos de cómo nace, crece y evoluciona ese amor, mientras vemos la recuperación de Christian bajo los cuidados de Maddy.

Si Christian me ha impresionado por la magnitud de su frustración, el dolor y la desesperación que no logra expresar, su necesidad de amor y redención… Maddy me ha impactado por su capacidad de amor y sacrificio.
Es innegable que, bajo nuestro punto de vista, la actitud de Maddy es un tanto incomprensible. Pero no hay que olvidar que es un fiel reflejo de una educación, de unos principios y una filosofía de vida.

El papel de Laura Kinsale es que nos resulte comprensible y que el amor que nos describe nos llegue al corazón, algo que en mi caso ha logrado completamente. La magnitud de los sentimientos está narrada exquisitamente y la sexualidad entre la pareja protagonista está descrita con suma elegancia y sensualidad. La atracción sexual es casi palpable.

Uno de los aspectos por los que Flores en la tormenta quedará en mi recuerdo es que la autora rompe con el arquetipo de protagonistas perfectos: él es un duque disoluto y calavera al que una disfunción cerebral cambia la vida; sólo el amor de una joven cuáquera, moralista y estricta, a la que el antiguo Christian jamás habría prestado atención, pueden salvarle y conducirle a la redención.

Como dije antes, creo que describe una historia de amor sin igual, dulce, conmovedora, intensa y apasionada. El choque de sus personalidades y de sus mundos es inevitable. Cómo el amor los cambia, sobre todo a Jervaulx, es impresionante. Si la afasia lo convierte en su hombre débil, desprotegido y vulnerable, su amor por Maddy lo convierte en un hombre asustado, tierno. Y Maddy, que puede resultar santurrona, mojigata o excesivamente moralista, se ve obligada a enfrentarse a las enseñanzas de toda una vida para los principios cuáqueros, por el mayor calavera que ha conocido jamás.

En cualquier caso, Flores en la tormenta es una novela conmovedora, emotiva y maravillosamente narrada, con una narración cuidada, que además refleja el lenguaje de la época con gran maestría, y que te envuelve de principio a fin en una gran historia de amor.

 

Crítica realizada por Bona Caballero

"Flores en la tormenta" (título original en inglés, "Flowers From The Storm") de Laura Kinsale se publicó en el año 1992. Se ha convertido en una de las novelas románticas favoritas de todos los tiempos. Es fácil ver por qué sigue encantando tanto a la gente. Es, simplemente, una gran novela, a secas.

Christian Langland, duque de Jervaulx, es un aristócrata altanero, al que gusta vestir bien y vivir mejor. Disfruta de los placeres mundanos y es muy buen matemático. Aunque resulte raro, ya que es joven, sufre lo que parece ser algún tipo de ictus. Sólo que en aquella época, hablamos del reinado de Jorge IV del Reino Unido, se pensaba, que estaba loco porque no era capaz de hablar o coordinar sus dos manos en tareas sencillas. Y su familia lo encierra en un manicomio.

La cuáquera Arquimedea "Maddy" Timms predica con el ejemplo la sencillez en el habla y en el vestir. Puede parecer fría y sentenciosa, pero a mí, personalmente, me encantan los personajes femeninos fuertes, que intentan vivir de acuerdo a sus convicciones personales, aunque todo se les ponga en contra. Amar a Christian significa no sólo perder la única sociedad que conoce, sino también entrar en una que aborrece.

Nunca se habrían relacionado de no ser por las matemáticas, primero, y la enfermedad, después. En cierto sentido, es amor nacido de la dependencia mutua: no se habrían enamorado si Christian no hubiera encontrado en ella la única persona que puede ayudarlo; y tampoco si Maddy no hubiera sentido que hacerlo era una especie de misión divina.

Describe de manera bastante creíble la perturbación mental de Christian y cómo, poco a poco, va recuperando el dominio de si mismo. Está muy lograda la difícil traducción al español de sus pensamientos, de cómo capta el discurso de quienes lo rodean y cómo habla él.

Con tales protagonistas, no hay que esperar diálogos ingeniosos, ni una gran intriga. Los acontecimientos externos no son lo importante, sino las zozobras internas de los personajes. Los intensos sentimientos no se derraman en largos discursos totalmente irreales. El sexo explícito expresa el profundo amor que sienten, pero son muy coherentes: no encontraréis aquí una mojigata virgen que a los dos días se haya vuelto una fiera sensual.

Tendrá cosas negativas (no es romántica al uso, la heroína se te puede atragantar) pero, para mí, tiene todo aquello de lo que carecen tantas novelas románticas. La historia se narra con el ritmo necesario, sin prisas pero sin demoras. Los personajes no son bidimensionales. La autora intenta representar a personas de los años 1820, y no a adolescentes modernos disfrazados de personajes de Austen.

No insulta la inteligencia. Es un desafío intentar entender a Christian, o captar los matices del comportamiento de Maddy en una sociedad tan clasista.

Los conflictos a los que se enfrentan son reales, no fruto de ningún "estúpido malentendido". Ambientada en torno a 1827-1828, procura reflejar de modo algo más realista de lo habitual, la mentalidad de la gente de aquella época. Los problemas surgen de la propia realidad a la que se enfrentan estas personas. Si vivieran en otro tiempo o lugar, la historia sería otra.

Valoración: muy buena, un 9/10. A estas alturas, un clásico.

 

Crítica realizada por CHAROHQ

No es mucho mi bagage dentro del mundo de la novela romántica, por supuesto no como veo en otras de vosotras, pero de todo lo que he leido para mí esta es sin ningún lugar a dudas mi novela favorita.

Christian Langland, duque de Jervaulx, es un hombre con una vida disoluta y en apariencia desprovista de ningún interes, exceptuando la busqueda de la diversión y el placer, pero por otra parte es un afamado matemático. Las matematicas son su pasión, la cual comparte con un anciano cuáquero apellidado Tims, al cual su hija Maddy le sirve de escribiente debido a su vista. Es esta última la que se encarga de llevar los avances de su padre al duque al cual nunca ha visto, hasta que se conocen en un encuentro de la sociedad analítica a la que su padre y el duque pertenecen. Este encuentro les sirve a ambos para darse cuenta de lo distintos que son, y de como desprecian la forma de vida del otro, aunque muy en el fondo también sienten curiosidad el uno por el otro.

Todo podria quedar ahí pero el destino hace que el duque sufra un "derrame cerebral" durante un duelo, y su familia lo interna en una institución mental ya que ha quedado en un estado que ellos consideran irreversible, y por lo tanto hacen creer al mundo que ha muerto ya que es preferible eso a la vergüenza de que un duque de Jervaulx se haya convertido en un inutil y un discapacitado mental. Al desaparecer el duque, el cual ayudaba a los Tims economicamente, Maddy debe buscar empleo y lo encuentra justo en la institución mental donde esta encerrado Christian. Desde ese momento ella se convierte en su única tabla de salvación, ya que es la única que es capaz de entender que el duque no esta incapacitado mentalmente, sino que solo no es capaz de expresarse como antes lo hacía. Es aquí donde vemos el sufrimiento de Jervaulx por poder poner su mente en orden y hacerse entender, todo visto desde su prisma de hombre brillante encerrado en un cuerpo que no responde como él quisiera.

Es asi como una extricta cuáquera y un libertino enfermo unen sus destinos, huyendo de la incomprensión de la familia del duque que quiere aprovechar su situación para incapacitarlo y quedarse con las propiedades. Su viaje les servira para conocerse y comprender sus distintas formas de ver la vida, y entender que despues de todo cada uno es como es por un motivo, y no todo es tan simple como la superficie de las cosas nos hace creer.

El amor va apareciendo poco a poco en el duque al ver que, como el dice, su niña Maddy siempre esta ahi por el, y en Maddy al ver como el sufre por no poder hacer que ella entienda lo que pasa por su cabeza y como la ama.

Como siempre al final el amor consigue que salgan adelante y superen los retos que la vida les ha puesto, pero para eso han de superar muchas pruebas, es por ello que creo que una simpatiza con esta historia por que cuando los has visto sufrir y que no cejan en lo que creen, se hace mas sensible a su sufrimiento y a sus alegrias.

Laura Kinsale sabe contarnos un relato sobre un tema tan complicado como las enfermedades mentales, en una época en la que el desconocimiento podía causar más daño que la enfermedad en sí, de manera magistral y con mucha sensibilidad y buen gusto.

Es esta una novela de lectura pausada pero no así menos intensa, es una historia de amor que se forja lentamente pero que cuando acaba te deja completamente enamorada de sus personajes y de como han sabido ver la verdad dentro del otro, comprenderse y llegar a amarse.

Mi valoración es por supuesto un 10 sobre 10 sin duda alguna.

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