Georgette Heyer - April Lady

Valoración:

Crítica realiazada por Judith

(novela sin traducir)

No os sorprenderá que os diga que a mí Georgette Heyer me pierde. Y no es porque sus historias sean de regencia, que muchas más escriben regencia, ni por lo bien escritas que están, ni por lo bien documentadas, aunque no lo parezcan porque la autora lo oculte magistralmente... Si no por lo redondas que quedan, nada viene traído por los pelos, nada es al azar, nada es porque a la autora le viene bien. Todo está perfectamente engarzado, para que salga una novela OLE.

En este caso, por supuesto, no iba a ser una excepción. Veamos…

April Lady es una lectura agradable, dulce, aunque predecible, como todas las de Heyer. Predecible en el sentido de que vamos a tener un héroe sensacional y una heroína que se va a ver en un aprieto del que nuestro héroe la rescatará. Cada novela tiene su punto que las hace distintas, pero no absolutamente diferentes.. Nuestro héroe de hoy es el conde de Cardross, y nuestra heroína, Nell, su dulce esposa. Cuando la historia comienza llevan casados más de un año, pero bien podrían haberse casado ayer, dado lo poco que saben el uno del otro, y la relación distante que mantienen, según las costumbres de la época. El libro comienza con una discusión por dinero. Nell está siendo regañado por su marido por haber gastado, de nuevo, por encima de su asignación trimestral, que por cierto es muy generosa. No es Cardross no pueda pagar sus caprichos, sino que hay dos cosas que le preocupan, de un lado que ella no sea consciente del valor de las cosas, pues viene de una familia de linaje impecable pero arruinada, y él es muy estricto en cuanto a excentricidades económicas, y por otra a que esté pasando dinero a su familia, concretamente a su hermano Dysart, cuyas deudas ya ha cubierto en innumerables ocasiones (el conde cree que así nunca madurará y se convertirá en un hombre).
Ella confiesa un montón de compras ridículas, y él se las paga, pero le hace prometer que no se excederá.
Pero olvida un caro vestido de chatilly, que la modista de deja de reclamarle. Temerosa de que su esposo se enfade con ella, pide ayuda a su hermano. Y esta es una de las muchas mentiras de su matrimonio.  No son mentiras importantes, pero dejan ver que es un matrimonio sin ninguna confianza.
Curiosamente, ella se enamoró de él nada más verlo, por eso le aceptó, y no porque su familia le presionara. Lo mismo le ocurrió a él. Pudo tener a otras debutantes con familias que le dieran dotes, pero quiso a Nell en cuanto la vio, aunque eso supusiera pagar un buen montón de deudas.
Poco después el padre de Nell tuvo una apoplejía, con lo que se recluyó ene l campo y no se endeudó más, y la madre, antes de irse con él, le dijo a Nell que no tuviera en cuenta que su esposo no la amara y tuviera una amante. Esto hundió a Nell, que creía haber recibido una proposición por amor, y desde el principio se dedicó a alejar a su esposo y a confiar en cualquiera antes que en él. De hecho prefiere ir a las fiestas con su primo Félix (primo del conde en realidad) antes que con él.
Y con la medio hermana de su marido, enamorada de un pobre dipolmático, que también es fuente de problemas en el matrimonio, pues cada uno está de un lado en este tema.
Solo el lector sabe la realidad de los sentimientos de ambos.
Pero bueno, no os destripo mucho más.
Para cubrir la deuda Dysart, el hermano, inventa las estupideces más dispares, desde un intento de atraco (que traerá consecuencias ulteriores) hasta una carrera ridícula con una cucaracha, sin comentarios…
Pero, como siempre, habrá un final feliz que hará suspirar.

¿Por qué no traducen más novelas de esta señora?
Os juro que me dan ganas de traducirlas a mí gratis, si no fuera porque es delito e iría a la cárcel. Si me garantizaran que sería a la Torre de Londres me lo pensaba.

De nuevo dos buenos protas, y unos secundarios para redondear el tema. De nuevo un protagonista que no solo te hace suspirar, sino que es de los que se entienden, de los que gustan porque son completos, no arrogantes y nada más, sino personajes plenos, hombres hechos y derechos que sufren, se avergüenzan, desean y se frustran.
De nuevo una prota adaptada a la época, una prota que sabe cuáles son sus límites, y cómo moverse dentro de ellos, sin salirse, sin pecar de excesiva.
Y de nuevo una trama sencilla que demuestra que lo importante no es QUÉ te cuenten, sino CÓMO te lo cuenten. O al menos eso es lo que a mí me importa, y me hace refugiarme cada vez más en los clásicos…
Porque de nuevo, una novela bien escrita, una novela donde las palabras se cuidan con mimo, donde el equilibrio entre prosa y diálogo, donde las pinceladas de historia… resumiendo: literatura, que para eso se sigue leyendo y estudiando un siglo después.

Un 4 sobre 5. No es mi favorita, pero no me siento en absoluto defraudada.

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