Celeste Bradley - El duque que no sabía amar

Valoración:

Crítica realizada por Mencía

Para heredar la vasta fortuna de su abuelo, Deirdre Cantor no tiene más que encontrar un duque con quien casarse y ser la primera nieta en pasar por el altar, así que cuando Calder Marlbrook, futuro duque de Brookmoor, se queda compuesto y sin novia, Deirdre se lanza a por él. Pero al poco de casados descubre el escandaloso secreto de su marido y sus sueños de felicidad parecen esfumarse; se inicia entonces un peligroso juego de seducción que les llevará a las más altas cimas de la pasión y los sumirá en la más honda de las desdichas.

Fiel a su estilo Celeste Bradley nos presenta una obra de corte tradicional, sencillez narrativa y protagonistas controvertidos.
 
Deirdre se nos revela como una mujer bella y decida que sabe lo que quiere. Pero hay que tener cuidado con lo que se ansía, algunas veces  los deseos pueden hacerse realidad...

La posibilidad de sacarse de encima a su odiosa madrastra y al mismo tiempo conseguir cumplir los dictados del testamento de su abuelo, llevan a nuestra heroína a pedir matrimonio al futuro duque de Brookmoor. Sin embargo, detrás de su hermosa estampa nuestra protagonista esconde un tierno corazón, y  en verdad, es la secreta admiración que ha sentido desde jovencita por Calder Marlbrook  lo que la lleva a dar ese paso.

El mismo día de la boda todas sus ilusiones se van al traste al comprobar, que su recién estrenado marido, se revela como un hombre aparentemente rígido e indiferente. El marqués es un pequeño dictador acostumbrado a que se cumplan todas sus disposiciones al instante, y  eso es algo que ella estará bien dispuesta a cumplir, cuando y como le convenga y siempre le venga bien en sus propósitos. La batalla por el poder ha comenzado….
Con esa mentalidad, Deirdre no tardará  mucho en poner patas arriba el seguro y hermético mundo de su no menos firme y cerrado esposo. En su lucha por el poder y ganar su corazón, la joven contará con la inestimable ayuda del servicio, que rápidamente se pone de su lado, y con la de otro personaje principal que prefiero no desvelar.

Por otro lado, mientras nuestra chica se levanta en armas, Calder intenta sobrellevar el terremoto emocional y pasional de la mejor manera posible. Producto de una fría y severa formación, es incapaz de demostrar sus sentimientos, con lo que no le queda más remedio que  parapetarse tras la racionalidad y la flemática educación que le han inculcado desde niño. Craso error….

Menos mal que la autora nos adereza el relato con los pensamientos y calladas inseguridades del protagonista haciéndonos participes de su escondida vulnerabilidad. De esta forma podemos llegar a sentir una cierta complicidad y cariño por tan adusto y torpe caballero.

Reconozco que siempre me han gustado este tipo de historias. Ver la caída del “poderoso” y ser testigo del “sutil” acoso y derribo por parte de su compañera, a parte de la siempre deseada tensión sexual que suele acompañar, puede resultar de lo más estimulante y entretenido. El título de esta novela “El duque  que no sabía amar” es un perfecto resumen para esta obra. Quizá el rocambolesco rescate del final no haya sido del todo de mi gusto, quizá ha quedado algún punto accesorio de interés sin resolver, quizá he sentido cierta extraña pena por algún personaje secundario, pero he disfrutado con su lectura y me doy por satisfecha.  Y Calder Marlbrook va a ser un protagonista difícil de olvidar, aunque sólo sea por su marcada y reiterada incapacidad de dar una a derechas.

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