Suzanne Enoch - An invitation to sin

Valoración:

Crítica realizada por Mariam

Novela sin traducir

2º The Griffin Family


Siete hijas en edad casadera... y Lord Zachary Griffin es justo el hombre que va a ayudarlas.

Después de todo, ¿qué podría ser más tentador que enseñar a las bonitas hermanas Witfield la manera de llevar a un hombre hasta la sumisión... y al matrimonio? Y conducir a la exquisita Caroline Witfield, la hermana más temperamental y menos frívola, a la tentación podría ser salvajemente delicioso.

Zachary no sabe que las anhelantes miradas de Caroline tiene menos que ver con su atractivo y más con la admisión... en un prestigioso conservatorio de arte. Si ella pudiera plasmar esos pómulos altos, esa aristocrática frente y esos anchos hombros en el lienzo, sus sueños se harían realidad. Pero pronto Caroline empezará a tener sueños muy diferentes... unos que implican al encantador bribón y un comportamiento inapropiado difícilmente adecuado para una dama dedicada al arte... a menos que se dedique al arte del amor.

Siendo el tercer hermano, o como dice él, el repuesto de repuesto, Lord Zachary Griffin no tiene muy claro que hacer con su vida.

Sebastian, el mayor, es el heredero y duque de Melbourne; Shay Charlomagne, el segundo, exporta y comercia con sus barcos; Leonor, la única hermana, bien... Leonor acaba de fugarse para casarse con el marqués de Deverill, pero y él... ¿qué quiere él?

Decididamente quiere comprar una comisión en el ejército, pero Melbourne se niega rotundamente y le ordena que aprenda a tomar responsabilidades, incluso osa burlarse de él y le sugiere que se compre un perro. Pero, en realidad, llega más lejos que todo eso, pues le encarga a Zachary que acompañe a la tía Tremaine a Bath a tomar las aguas, ya que muy oportunamente sufre uno de sus ataques de gota.

A regañadientes, Zachary accede aunque Melbourne no le engaña. Conoce a la perfección a su autoritario hermano mayor y sabe que pretende quitarlo del medio hasta que se le ocurra otra idea. Sin embargo está dispuesto a dejar pasar un tiempo prudencial, pero si a su regreso el obstinado duque no da su brazo a torcer, se alistará con Wellington y se unirá a la guerra en la península.

Pero los planes de Zachary sufren algún que otro cambio, pues de camino a Bath la tía Tremaine decide desviarse de la ruta planeada para visitar a Sally Whitfield en Whitlshire, una amiga de la escuela.

Cuando Zachary descubre que el matrimonio Witfield tiene nada menos que siete hijas en edad casadera teme que su tía esté tendiéndole una encerrona. Enseguida se percata que solo seis de las siete muchachas están a la caza de marido. Todas menos Caroline, la mayor, quien lo observa y vigila de tal manera que le hace sentirse un insecto. Pero todo tiene una explicación: Caroline quiere ser admitida en un conservatorio de arte y ser pintora profesional. Ha sido rechazada decenas de veces por su condición de mujer. Pero una escuela en Viena parece interesada en su trabajo y para ser admitida debe enviarles un retrato de un noble y una carta firmada de puño y letra del mismo, en la que exprese su conformidad y satisfacción con el trabajo realizado.

Caroline, cansada de pintar a los excéntricos nobles locales, Lord y Lady Eades, que le han ofrecido un puesto como institutriz de sus horribles hijos, está decidida a pintar a Lord Zachary Griffin. Con su apostura y gallardía es el noble ideal. Su retrato será la llave para estudiar arte y hacer realidad sus sueños.

Zachary que, inicialmente, cree que Caroline está coqueteando con él, accede, pero cuando se percata de su error y de que la joven Witfield no desea casarse con nadie, ¡ni siquiera con él!, acepta posar para ella.

Y poco a poco comienza a forjar un plan. Puesto que está obligado a pasar unas semanas en el campo, con esa ruidosa familia y esas seis escandalosas jóvenes dispuestas a echarle el lazo, por un lado planea dar lecciones a las muchachas para que aprender a atraer la atención de un hombre (de otro que no sea él) y por otro lado desea seducir a la única reticente a casarse: Caroline.

Pero acabará encontrando mucho más de lo que imaginaba a su llegada.

An invitation to sin es la segunda de las novelas que componen el cuarteto de la familia Griffin. Es, en mi opinión, una historia amena, divertida y con este toque irreverente y un poco irónico que emplea Suzanne Enoch en sus novelas ambientadas en La Regencia.

Lo cierto es que la lectura me ha resultado sumamente agradable y divertida, pues se producen situaciones tan alocadas que no he podido enviar sonreír en más de una ocasión.

A primera vista no se trata de una historia realmente original, pues envuelve a un joven noble que no desea ser cazado como marido y a una joven que a diferencia de las muchachas de su posición y edad, que desean casarse con el noble más codiciado, aspira a ser independiente y ser pintora.

Sin embargo, el planteamiento de la autora y ese sentido del humor intrínseco a los personajes y trama que crea, da lugar -al menos desde mi punto de vista- a una novela refrescante, original y, sobre todo, que divierte.

No he podido desprenderme en ningún momento de la sensación de que la autora pretendía ironizar con la architípica historia de la joven debutante que busca marido. Pues las aventuras y desventuras protagonizadas por las seis hermanas Withfiel, un poco cabezas huecas, resultan hasta ridículas en ocasiones y hacen que te rías con las situaciones que propician.

Por otro lado, tanto el personaje de Lord Zachary, un joven que lo cierto es que se pasa la vida dando tumbos, cambiando de aspiraciones, proyectos y profesión -de ahí que Melbourne y Charlomagne recelen de él- y por otro Caroline que parece horrorizada ante la posibilidad de casarse, hacen que la historia sea todo menos tópica y previsible.

Confieso que la familia Griffin me ha resultado muy atractiva: con el duque viudo, padre de una pizpireta niña de seis años, el vanidoso Shay Charlomagne y el irresponsable Zachary. A Nell, la única hermana, no se la menciona mucho, salvo que se ha casado tras fugarse con el mejor amigo de su autoritario hermano mayor y cuya historia es anterior a ésta (Sin and sensibility).

Así pues, admito que he pasado un rato muy divertido, gracias a la irreverentes familias Griffin y Whitfield, sin olvidar a la tía Tremaine ni al travieso perro, Harold, que Zachary se compra para demostrar a Melbourne que es capaz de ser responsable.

En definitiva, y como es habitual en las novelas de Suzanne Enoch, diría que estamos ante una historia ingeniosa y refrescante que te reporta una lectura entretenidísima. Al menos a mí. Puede que no se trate de la mejor de esta autora ni de la gran novela de La Regencia, pero me lo he pasado sumamente bien leyendo una temática que aunque me encanta también termina por saturare. Y admito también que me ha picado la curiosidad por conocer las historias del resto de hermanos Griffin. Con lo que no seré yo quien se quede sin satisfacerla.

Para mí es una buena historia, sin duda.

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