Sarah Lark - Una promesa en el fin del mundo

Valoración:

Crítica realizada por Luciago

Sarah Lark vuelve con la esperada continuación de la trilogía de la Nuble Blanca...

En plena Segunda Guerra Mundial, dos hermanas polacas, Helena y Luzyna, lo han perdido todo. Sin padres ni un hogar adonde ir, son embarcadas hacia un campo de refugiados de Irán, donde sobreviven como pueden. Pero al saber que algunos huérfanos están siendo recolocados en Nueva Zelanda, Helena alberga esperanzas de ser uno de los niños seleccionados, hasta que los oficiales le informan de que solo hay espacio para su hermana pequeña, Luzyna.

La mañana en que Luzyna debe embarcar, Helena se hace pasar por ella. Pero los horrores de la guerra –y la culpa por haber abandonado a su hermana– siguen a Helena en su viaje hacia una nueva vida, que se acrecientan cuando un hombre relacionado con su pasado se cruza en su camino.

Una vez en Nueva Zelanda, donde se siente bien acogida, los traumas que Helena ha sufrido alteran su paz y marcan su pasión por James McKenzie, el encantador y joven piloto de las fuerzas aliados. Pero ella intentará eludir la sombra de su pasado y construir un futuro que asegure un nuevo amor, una nueva familia y, en definitiva, una nueva vida en esa nueva patria.

Hace ya mucho tiempo que leí la trilogía de La nube blanca y esta novela es la cuarta entrega de la serie, la cual es un buen final para ella.

A lo largo de los tres libros, desde 1852, hemos ido siguiendo la historia de todos los personajes que han protagonizado la trilogía, pero al mismo tiempo hemos seguido la evolución que este país, Nueva Zelanda, ha experimentado a lo largo de casi un siglo. Sarah Lark nos ha demostrado su gran labor de documentación y nos ha hecho vivir experiencias con su maravillosa ambientación y su magnífica prosa.

Estamos en plena guerra Mundial y el inicio del libro nos presenta a Helena y todas las tropelías que ha debido pasar al ser extraditada junto con su hermana de Polonía. Nos relata las vivencias del campo de refugiados donde están y el viaje que la llevará a Nueva Zelanda.

Cuando empieza la acción, aparecerá James, heredero de aquella primera mujer que salió de Londres buscando una nueva vida Gwyn, en 1852. Es un excelente piloto, que una vez terminada su labor en las fuerzas aéreas inglesas, vuelve a su casa y se encuentra con una Helena destrozada por la culpa y que inspira en él sentimientos inmediatos.

Una vez más, la autora nos describe todos los sucesos que acontecen en el país, lo mismo que las costumbres del pueblo maorí y de los pakeha, cuyas relaciones han mejorado, pero aún existen confrontaciones entre ellos. Nos vuelve a introducir en esta cultura, donde siguen existiendo personas que luchan por los derechos y tradiciones de un pueblo que sigue extinguiéndose. Ya no suelen vivir en sus poblados y los que lo hacen no tienen una gran conciencia de ello y se abandonan. La mayoría prefiere vivir como los pakeha y renunciar a su pasado.

En esta entrega se ciñe a la Isla Sur, que es la más poblada por ingleses en la zona, que nos describe Las llanuras de Canterbury, donde son criadores principalmente de ovejas y ganado.

Como siempre que leo un libro de Sarah lark, consigo meterme completamente en la historia y vivir todo lo que viven los personajes. Aparte de los protagonistas hay muchos secundarios que me han encantado y que he recordado de los otros libros. Todos están perfectamente retratados.

Lo principal en sus libros es la maravillosa ambientación y lo que nos muestra de este país, que termina por encantarte, y en conjunto es una historia que te llega al corazón y que te produce una gran satisfacción, sabiendo que has leído un buen libro.

Altamente recomendable si te gusta el Landscape.

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