Rita Morrigan - Dulce camino espinoso

Valoración:

Crítica realizada por Mailo

Sara Brown es engañada por su madre, que le dice que la salud de su prima Mary, hermana del conde de Rohard, ha empeorado y que sería conveniente que fuera a cuidarla. La señora Brown cree que, si su hija se traslada a la residencia del conde y asiste a sus esperados bailes, encontrará un buen partido para casarse; y sabe que la enfermedad de su prima es lo único que puede convencerla. Sara se resiste: no quiere abandonar la vida sencilla que lleva en su casa, no le interesan las fiestas, y, a sus veintiséis años, ya no sueña con un esposo. De todos modos, decide ver por sí misma a Mary, incluso cuando no tiene ningún interés en volverse a topar con el presuntuoso conde.

Robert de Rohard, el soltero más codiciado de la costa este de Inglaterra, no cree que Sara sea una buena influencia para su hermana: el alocado temperamento de la señorita Brown no hace más que, a juicio del conde, poner en riesgo la delicada salud de Mary. Sin embargo, consiente que Sara se instale en su residencia, porque su hermana adora a aquella muchacha rebelde.

A pesar de los reparos que tiene con Sara, el conde no puede dejar de escuchar sus opiniones testarudas durante las largas sobremesas en la mansión, ni puede disentir mucho con ella. No sabe qué tiene la muchacha que, cuando conversan, cuando la confronta, hace que sienta una inexplicable atracción. A Sara tampoco él le es indiferente: se pone nerviosa cuando la mira, pero desea fervientemente sentirse observada por el conde.

A medida que Robert y Sara pasan más tiempo juntos, la sospecha se cierne sobre la joven: la madre del conde supone que la muchacha es una cazafortunas y decide alejarla de su hijo. Sara decide huir para salvar su honor, pero una razón más poderosa se lo impedirá.

Tal y como se observa en la sinopsis, esta novela tiene un argumento de lo más trillado. No me entretengo en contar nada de la historia porque en la presentación de la novela ya lo dice todo.

Cuando comienzas su lectura, desde el primer momento ya eres consciente de que vas a leer más de lo mismo. Sin embargo, siempre te queda la esperanza de que la autora haya dado alguna vuelta de tuerca y te sorprenda en el último momento. Bueno, pues no. Tristemente es una novela de regencia típica cargada de tópicos.

Afortunadamente está bien escrita y no resulta aburrida. Es entretenida y si no tienes otra cosa a mano para pasar el rato sirve.

Es muuuuy ligerita, con algún toque de humor que si bien pretende ser divertido en realidad se queda en el intento, y sin absolutamente nada de documentación histórica.

Los protagonistas son tan planos que no dejan ninguna huella. De hecho, hay una historia secundaria que casi me ha gustado más que la principal, aunque tampoco es que la personalidad de sus personajes sea nada del otro mundo.

No falta tampoco la madre del protagonista acusando a la protagonista de ser una cazafortunas.

Los diálogos son bastante tontos y simples, y todo se desarrolla según lo que para mi tristeza se supone que son los cánones típicos de una novela romántica. Nada nuevo bajo el sol.

Hay incluso cosas que me han dejado un poco patidifusa... aunque desde luego no me ha pillado de sorpresa porque me lo veía venir:

SPOILER

El protagonista tiene una hermana que está en silla de ruedas porque es inválida de nacimiento. La protagonista, amiga del alma de ella, intenta mediante ejercicios hacer que la chica ande... y lo consigue. Vamos, que me parecía estar viendo Heidi.

Fin del spoiler.

La novela acaba como tiene que acabar, sin ningún sobresalto, solucionándose cualquier malentendido que hubiera surgido y siendo felices por siempre jamás.

En definitiva, una novela bien escrita pero del montón, más de lo mismo y totalmente prescindible. Eso sí, hay que señalar que la portada es bien bonita y la edición muy cuidad, algo que se agradece enormemente.

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