Loretta Chase – The Devil’s Delilah

Valoración:

Crítica realizada por Bona Caballero

Sinopsis

La temperamental e impredecible Delilah Desmond era, verdaderamente, la hija del demonio. En concreto, del "Demonio" Desmond, el granuja más infame de la alta sociedad, que acaba de escribir unas memorias escandalosas.

Muchas personas temen que este libro revele demasiados secretos. Incluida su hija, que tiene miedo a que esto le arruine la vida. ¡Ningún caballero de la alta sociedad se casaría con una joven de linaje tan turbio!

Delilah Desmond está decidida a hacerse con el manuscrito para impedir que se publiquen. En su misión, recaba la renuente ayuda del libresco Jack Langdon, un caballero distraído, cuyo revuelto cabello castaño y poéticos ojos grises esconden un corazón apasionado,... que late de la manera más salvaje por una vivaz damisela en particular.

Pero otras personas están demasiado interesadas en hacerse con el revelador libro,...

Crítica

Las primeras seis novelas que publicó Loretta Chase entre 1987 y 1989, no traducidas aún al español, son Regencias tradicionales. En aquellos años, este subgénero seguía el modelo Georgette Heyer. Humor ligero, ciertas ironías que ponían de manifiesto que nadie, ni los propios personajes, se tomaban excesivamente en serio. Y nada de sexo explícito: solo besitos y algunos achuchones.

"The Devil's Delilah" (1989) ejemplifica perfectamente ese estilo.
La joven Delilah Desmond llega a Inglaterra acompañada por su padre, el infame "Demonio" Desmond. Él es un antiguo calavera de pasado escandaloso, ahora felizmente casado. Aunque tienen conexiones familiares de la alta sociedad, carecen de riquezas. En un momento de debilidad, creyendo que iba a morir dejando a su esposa e hija en la pobreza, el "Demonio" Desmond escribe sus memorias. Episodios de hace años, cuya revelación podría avergonzar a más de un caballero estirado que participó en ellos de joven.

Recuperada la salud, ya no le interesa su publicación, y sí quiere, en cambio, casar a la niña. A la "fiera de su niña", más bien. Es bellísima y tiene cierta formación intelectual (al menos, habla y lee varios idiomas); pero, ¡ay! Delilah es un poco impetuosa, con modales poco refinados y perseguida por la mala fama de sus progenitores.

Quiere casarse, sobre todo, para dar seguridad económica a sus padres. Le vale cualquier pretendiente de buena posición. Pero para ello tendrá que:

a) ser aceptada por la sociedad;
b) lograr que el libro no se publique y
c) controlar un poco ese temperamento que le hace sacar la pistolita del bolso a la menor provocación.
Añadiría una letra d): no dejarse engañar por las palabras dulces del seductor de turno porque, como le advierte su padre, "una joven soltera sólo tiene una verdadera preocupación en la vida: que no la seduzcan. Todo lo que tienes que hacer es no creer en nada de lo que diga cualquier jovenzuelo idiota, hasta que lo diga delante del párroco y los testigos, después de haber colocado un anillo en tu dedo".

Para conseguir sus objetivos, recaba la ayuda de Jack Langdon, un caballero tranquilo, siempre abstraído en sus lecturas, aunque con un indudable atractivo físico. Indomables cabellos castaños, pensativos ojos grises,... Si Jack siente una apasionada inclinación hacia la joven, procurará acallarla y no dejarse llevar. Salvo en esos momentos en los que Delilah descuida tanto las normas sobre lo que propio y lo que no que, como dice Jack "hasta un hombre de honor puede verse tentado en extremo".

Como las dotes sociales de Jack no son muy buenas, acaba deseando que la Tierra se lo trague en más de una ocasión, "pero como la Tierra raramente está dispuesta a ello", sólo le queda aguantar el ponerse rojo hasta las orejas, de pura mortificación. Estar desesperadamente enfermo de amor le hace comportarse de forma que el propio Jack encuentra ridícula, pero "dadas las circunstancias" –reconoce ante sí mismo- ser ridículo "es prácticamente una obligación".

¿Lo mejor? Este héroe más bien atípico. Sobre todo para aquella época. Un ratón de biblioteca, que en principio no parece nada heroico. Me recordó un poquito al señor Knightley de "Emma" de Austen: un tipo tranquilo y contenido, templado y con la cabeza en su sitio... hasta que la impetuosa heroína lo saca de sus casillas. De manera discreta y sin especiales alharacas, Jack acaba –casi siempre- salvando la situación.
Por medio se entromete el encantador Lord Berne, un sinvergüenza que viene a ser una versión más joven del canalla "Demonio" Desmond. Justo el tipo de hombre con el que Delilah, muy freudiana, siempre pensó que acabaría. Este guaperas sólo quiere seducirla, pero Delilah sabe defenderse. El que corre el riesgo de perder la cabeza o el corazón es el propio Lord Berne.

Entre estos dos caballeros que rondan a Delilah y el manuscrito con las memorias, que va pasando de mano en mano, de aquí para allá, y por medios no siempre legales, la novela te lleva de un suspiro hasta su lógica y apacible conclusión final.

El estilo es ligero, humorístico, y contenido. Muy en plan inglés, como cuando dicen: "Mi doncella tiene un terrible dolor de cabeza, señor Atkins, aunque la he dicho una y otra vez que sólo las mujeres de las clases superiores pueden permitirse el lujo de padecer migrañas", o "¿Cuántas veces te he dicho, Delilah, que no asesines a condes? Realmente, querida, es una costumbre muy fea".

Inevitablemente, recordaba a Georgette Heyer en muchos momentos. Se le da ese aire.

Valoración: 8/10, muy recomendable.

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