Kristin Harmel - La teoría de las rubias

Crítica realizada por Kkekka

Harper Roberts es abogada en Manhattan. Es lista, atractiva y divertida, ¿por qué no encuentra un ligue?

Los hombres se le acercan como moscas en las fiestas cuando la creen una rubia sin cerebro. Pero en cuanto escuchan que ha estudiado en Harvard, huyen en desbandada. La mejor amiga de Harper es editora de una revista, y le sugiere que durante un mes se haga pasar por una rubia tonta para que ver si eso cambia sus perspectivas en cuanto a los ligues. Así pues, cambia su guardarropa, su conversación, su lenguaje corporal. El resultado es una serie de cómicas citas. Pronto, Harper deberá mirarse bien al espejo y darse cuenta de que no solo los hombres juzgan a las personas según su aspecto.

Harper no tiene suerte con los hombres. Según su historial ha sido abandonada, menos una vez en la que fue ella quién dejó, debido a su exitosa carrera y a su gran inteligencia. Esto no es invención suya, así se lo dejó bien clarito su última pareja.

En un momento de desesperación, frustración e incredulidad al ver que tras tres años tras la ruptura no ha conseguido aún una nueva pareja acepta el reto propuesto por sus amigas, "La teoría de las rubias". ¿En que consiste esta teoría? Fácil, los hombres solo quieren a mujeres guapas y medio tontas ( o tontas del todo) que no amenacen su "hombría".

Harper cambia totalmente para ser esta "rubia tonta" con la que supuestamente es más fácil encontrar novio. En las citas que se suceden vemos a distintos tipos de hombre, pero casi todos buscan lo mismo.

Las citas son buscadas mediante un programa de citas por internet en la que también mete el perfil de la Harper abogada. ¿Os imagináis quien gana en número de citas? Pues eso.

No quisiera decir mucho del argumento. Solo que salen algunos personajes, sobre todo uno que yo me llevaría a casa (bueno a otro también pero para otra cosa...).

Tiene escenas divertidas, una con un vater y un despertar accidentado, una persecución detectivesca con una de sus amigas y unas toallas que van y vienen.

Por último, con respecto al argumento, diré que el final me ha encantado. Me parece tremendamente adecuado, nada facilón y si muy acorde con el argumento del libro y no traiciona a los personajes algo que algunos autores si hacen por desgracia. No se cuantas de las que lo lean estarán conmigo en esto, pero a mi me ha gustado aún mas precisamente por esto.

Los personajes me parecen creíbles y bien construidos, del estilo de este tipo de novelas. La narración es fluida y de agradable lectura. Es una alegría encontrar un libro de este género bien escrito, por que últimamente o yo no buscaba bien o la cosa no marchaba.

Desde luego se nota que la autora es una amante de la serie "Sexo en N.Y" y no creo que lo niegue. Fracasaría totalmente en el intento.

Aquí tenemos cuatro amigas en Manhattan, se apoyan, se cuidan, quedan en cafeterías, planean cosas más o menos absurdas, sobreviven a todo tipo de problemas pasados, presentes y futuros. Y quizá aquellas que, como yo vieran la serie, recordaran con algunos de sus párrafos aquellos capítulos en los que Carrie nos detallaba la fauna de la cuidad y las dificultades de las solteras mayores de 33 para encontrar novio.

Y como en la serie no solo se exponen hechos si no que se aprenden lecciones.

Aquí Harper aprende muchas cosas: ¿realmente los hombres buscan solo rubias tontas? ¿Solo las rubias son tontas o utilizan armas de ligue? ¿Las mujeres también tienen normas de ligue? ¿Su problema realmente ha radicado solo en los hombres? ¿Tiene que aprender más de ella misma?

Son muchas preguntas que responderse mientras se suceden muchas cosas en el libro: Citas, cambios imposibles de vestuario, problemas, encuentros...

El libro me ha encantado. Hacía bastante que no leía una novela de este género que me gustara tanto (dejando a un lado las de las reina del chick-lit) y a esta autora no la conocía. Ha sido un feliz encuentro y una grata sorpresa. Algunas personas decían que el género estaba dando sus últimos coletazos. Por lo que se ve, no.

Mi puntuación, con toda la alegría del mundo, es un 4,4.