Jill Shalvis - Dulces mentiras

Crítica realizada por Ana Cuervo

Dulces mentiras es una novela romántica ambientada en la época actual, escrita por Jill Shalvis y publicada en España por el sello editorial Harlequín Ibérica. Pru y Finn son los protagonistas y serán quienes luchen a lo largo de sus páginas por hacer realidad su amor. Un secreto del pasado será el principal impedimento para que su relación se consolide. San Francisco es la ciudad donde se desarrolla esta historia.

Un trágico suceso involuntario en los que los padres de ambos protagonistas se ven involucrados, es lo que marca el devenir de la novela. Dicho secreto solamente lo conocen Pru y Jack, su mejor amigo y quien a lo largo de la obra toma la forma de “la conciencia” de ella. Los protagonistas no se conocen de forma fortuita. Por una buena causa, Pru fuerza el encuentro con Finn.

A pesar de tener todos los ingredientes para ser una buena historia (personajes jóvenes, atractivos, inteligentes, con trabajo, un trágico suceso que los une, una bonita ciudad de fondo, amigos en común, etc), la autora no supo cocinarlos de forma adecuada y el resultado es una novela que no engancha, lenta, con personajes protagonistas con los que el lector no consigue empatizar, unos cuantos personajes secundarios que son totalmente prescindibles, diálogos poco claros, etc...

La novela está narrada en tercera persona, pero principalmente el lector vive la historia desde del punto de vista de Pru. Jill Shalvis no consigue definir bien a los personajes principales, por lo que, en muchas ocasiones no se entiende su forma de actuar. Por ejemplo, Finn después de un desengaño amoroso llevaba un largo tiempo sin querer saber nada del amor ni de la posibilidad de tener una relación amorosa, no sabemos porqué de repente se fija en Pru y a los cinco días decide que es la mujer de su vida.

Como había dicho antes, hay demasiados personajes secundarios. Además de Sean, el hermano de Finn y el ya mencionado mejor amigo de Pru, nos encontramos también con el nutrido grupo de amigos, compuesto por chicos y chicas, del protagonista. Estos se auto proclaman como sus más fieles protectores, pero sin embargo, y sin tener claro el motivo, en menos de una semana, también incluyen a la protagonista en su círculo y la defenderán hasta el final ante Finn, a pesar de que son sus actos los que provocan el distanciamiento entre ellos. La autora deja entrever que todos ellos son vecinos. Gracias a las conversaciones que mantienen Pru y Jack se desprenden los detalles de la vida del protagonista. De lo sucedido en la vida de Finn, el lector se entera principalmente por lo que le cuentan a Pru sus amigos.

Desde las primeras páginas, se deslumbra que Dulces Mentiras no va a ser una lectura fácil. El comienzo es farragoso y no mejora a lo largo de sus páginas. La novela tiene 349 páginas y hasta la 315 aproximadamente no se produce el conflicto entre los protagonistas. En poco más de 20 páginas y teniendo en cuenta que todo el desarrollo de la historia se produce en tres semanas, Finn y Pru tienen que llorar su distanciamiento, arrepentirse de lo hecho y volver a intentarlo. Por otro lado, me sorprende el desenlace de la historia y el papel que juega cada protagonista en ella. Es Finn quien lucha por la relación a pesar de que es ella la que provoca “la pelea” con la ocultación del secreto que guardaba.

No me gustaría dejar pasar esta oportunidad de mencionar lo poco que ha cuidado Harlequín la edición de este libro. A lo largo de sus páginas se encuentran numerosas erratas que deberían haberse detectado. Los diálogos tendrían que haberse revisado más. La cubierta también deja mucho que desear, se mezclan demasiadas tipografías y el título prácticamente no se ve. Entiendo que sus editores se han inspirado en los diseños de las publicaciones de la autora en Estados Unidos, pero definitivamente, no lo consiguen.

Lamentablemente, no es una lectura que recomendaría. Tendría que leer algo más de esta autora para decidirme a descartarla definitivamente o darle una nueva oportunidad.