Eloisa James - Una persecución salvaje

Valoración:

Crítica realizada por Mencía

Se rumorea a espaldas de los seguidores de las viudas ricas londinense y en los rincones de los salones más elegantes, que el escándalo persigue deliberadamente a la salvaje lady Beatriz Lennox allí adonde va. Tres años atrás, la debutante había causado sensación tras ser encontrada en una posición inconfundiblemente comprometida. Ahora, todo el mundo la ha etiquetado de «incasable», su familia la ha catalogado como una «cualquiera», y Beatriz no tiene ningún motivo ya para ir detrás de lo que ––y de quien–– desea. Y ella quiere a Stephen Fairfax-Lacy, el atractivo conde de Spade. Pero ella no podría ser más diferente de la mujer ideal del conde.

Puede que muchas de vosotras, al igual que yo, hayáis  pasado de disfrutar de las novelas de Regencia a una especie de letargo por no decir hastío. Puede que después de tanta letra impresa repitiendo una y otra vez los mismos clichés os hayáis preguntado si existirá esa novela que vuelva a divertiros, sorprenderos y emocionaros. Pues bien, Una persecución salvaje, en mi caso al menos, ha constituido una maravillosa respuesta a mis oraciones.
 
La sinopsis poco deja ver de la trama y personalidad de sus protagonistas. De la originalidad de sus secundarios y de la nueva visión con la que nos enfrentamos a la elitista sociedad inglesa de aquella época.  Aunque hay una pareja que sobresale, casi en la misma medida podemos seguir el curso de otra historia de amor, con lo que podremos disfrutar de la lucha de géneros entre dos mujeres, ciertamente decididas, y dos hombres aun más resueltos en darles caza.

Por un lado nos encontramos a Lady Lennox una joven que pasó de ser una virginal debutante a una mujer de reputación libidinosa en una noche. Pero lejos de postrarse Beatriz decidió tomar las riendas de su vida haciendo de su imagen y maneras escandalosas, una constante con la que enfrentarse a esa hipócrita sociedad que la crítica. Se sabe joven y bella y conoce bien el juego de la seducción. Es coqueta, manipuladora, alegre y sorprendentemente leal, eso sí según su criterio.

¿Y quién mejor que un atractivo y maduro puritano para desequilibrar su mundo?
 
Stephen Fairfax-Lacy  es un caballero de la cabeza a los pies, entregado a su trabajo, que ve como los años pasan sin que su vida evolucione. Cansado de la tediosa lucha parlamentaria encuentra en una  inusual invitación a una finca en el campo, una buena forma de escapar por unos días de su rutinaria existencia. Es consciente que necesita dar un giro a su vida, encontrar una nueva motivación para afrontar los años venideros que, sin la presencia de una familia propia, se le antojan excesivamente fríos para su gusto. Pero dada la dificultad que entraña  encontrar una esposa que le pueda satisfacer, se decanta por hallar a una atractiva y discreta dama con la que pueda, de vez en cuando, compartir su lecho.
Su anfitriona es una bellísima viuda que bien podría tomar en cuenta… si no fuera por el avanzadísimo estado de gestación en que se encuentra. Descartada esa opción, observa a las otras damas con las que va a poder compartir esos días y descarta rápidamente a Lady Lenox: demasiado joven, descarada, deslenguada y artificialmente hermosa. Con lo que dirige sus atenciones hacia una tercera dama que, si bien está casada, lleva años viviendo separada de su infiel esposo.

El cómo y porqué nuestro sensato caballero acaba prendado de quién en un principio descartó, deberéis descubrirlo a través de las adictivas páginas de esta novela. Igual que la historia del amor secreto entre la embarazada viuda y su misterioso “jardinero”.
Adelantaros, eso sí,  que hay un buen número de secundarios a cual mejor: la tía lianta de la viuda, las arpías del lugar, los sirvientes cómplices, la relamida y egoísta mama de la anfitriona y …

Una persecución salvaje es una novela cargada de picardía y buen humor. Con diálogos inteligentes e incisivos, escenas divertidísimas y enredos. Con unos personajes inolvidables y atípicos, que me han mantenido pegada a sus páginas hasta el punto y final. Y es que me pierden los hombres que saben amar a una mujer, que no atienden a circunstancias pasadas o presentes y que aceptan las consecuencias sintiendo que no podrían hallar mayor fortuna. Bien por ellos y por esta obra que me ha permitido conocer, no a uno, si no a dos.
Espero con verdadera ansiedad tener la oportunidad de conocer la historia de esa tercera dama y su descarriado marido: pintan bastos y me encanta el donde las dan las toman. Y ese caballero en particular se merece la ración de un regimiento entero. Qué pena que de momento no quede más que armarme de paciencia y esperar….

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