Ana F. Malory - Toda una vida

Valoración:

Crítica realizada por Irdala

No te pierdas la romántica historia de amor protagonizada por la entrañable Amelia de «A un beso del pasado».
Ni el tiempo ni la distancia han logrado enfriar los sentimientos que Amelia alberga en su corazón desde niña y mucho menos el deseo de convertirse en la esposa de Charles Compton.
Viajar a Londres y reencontrarse con el que fuera su compañero de juegos en la infancia, no hace más que reafirmar su amor. Por encima de todo, Amelia desea convertirse en la señora Compton.
Solo existe un pequeño inconveniente: él la ve como a una hermana. ¿Conseguirá Amelia hacer realidad el sueño de toda una vida?

La pequeña Amelia tiene clarísimo quién será su marido en cuanto tenga edad suficiente para contraer matrimonio: Charles Compton, su guapo y apuesto vecino. Claro que, de momento, ella se cuida muy mucho de compartir con nadie sus propósitos de futuro, y mucho menos, con el chico de sus sueños. Así que Amelia, hoy por hoy, disfruta de sus charlas con él y de su cercanía.

A Charles le hace mucha gracia su pecosa vecinita a quien, lejos de ver como un incordio que le sigue a todas partes, trata como si fuera su pequeña hermanita.

Las circunstancias de Charles cambian en un momento determinado y junto a su familia tiene que trasladarse a Londres. Mientras pasea despidiéndose del lugar por la arboleda que circunda su finca y a orillas de la laguna en la que tanto él como Amelia acostumbran a darse más de un chapuzón, escucha un chapoteo en el agua y descubre a la pequeña. Aprovecha entonces la ocasión para hablarle a la niña de su pronta partida, pero viendo su desesperación, promete que la escribirá a menudo.

Han pasado los años y la pequeña Amelia es ahora una preciosa muchacha a punto de ser presentada en sociedad. Sus sueños de convertirse en la señora Compton siguen intactos: ni un solo día de su vida ha dejado de desear otra cosa. Sin embargo, hace ya cinco largos años que no ha vuelto a saber de Charles...

Como a muchas otras lectoras, Amelia Compton me enamoró en "A un beso del pasado", así que el hecho de que su autora haya retrocedido en el tiempo para contarnos su historia de amor y presentarnos en sus años mozos a la que fuera una extraordinaria mujer de adulta, me ha encantado.

La autora no se ha entretenido en inventar una trama o distintas subtramas para redondear (o tratar de redondear) la historia y hacerla más larga y retorcida por aquello de escribir un libro "gordito". No. Ella nos ha dado, exactamente, lo que muchas pedimos: la historia de Amelia. Así que es esta, por tanto, una novela corta, tierna y muy romántica. Con una prosa amena y muy cuidada (Ana F. Malory cada vez escribe mejor y más bonito) ha ido al grano y nos ha contado cómo los dulces y tenaces sueños de una niña se cumplen y se convierten en la emocionada historia de amor de una mujer.

Y si lo que su autora pretendía era hacernos soñar un ratito, cogernos un pellizquito en el corazón y dejarnos con una sonrisa feliz en la cara al terminar su lectura, conmigo lo ha conseguido. Es una historia de amor muy linda.


Crítica realizada por LILIAN

Puede contener spoilers

Amelia Parker es una chiquilla, bulliciosa y descarada, que se escapa de sus lecciones para bañarse en el lago que comparte con sus vecinos, la familia Compton. Un comportamiento nada aceptable para una señorita en pleno siglo XVIII, aunque nos encontremos en el campestre Norwich (donde las reglas del recato son más relajadas que en Londres). Y es que Amelia es una fierecilla difícil de domar, un espíritu libre al que parece que solo comprende el joven Charles Compton.

Charles pasea por el bosque de su propiedad, empapándose de recuerdos. Apenas cuenta con diecisiete años pero ya es un hombre o debe serlo. Su madre no acaba de recuperarse del fallecimiento de su padre y el tío James, les reclama a su lado. Deben partir hacia Londres, lo más pronto posible. Pero antes, sus pies le conducen a la orilla del lago donde chapotea alegremente la pequeña Amelia.

La despedida, como todas, es dura. Charles siempre ha sentido mucho afecto por esa pequeñaja que le sigue a todas partes. Es como la hermana que nunca tuvo. Sin embargo, los sentimientos de Amelia no son tan fraternales. Charles, ante el disgusto de la niña, promete enviarle cartas con frecuencia y quizá, más adelante, una visita.

Van pasando los meses y pronto Charles, falta a su promesa. Pero Amelia continúa escribiéndole y ante la falta de respuesta, simplemente, deja de hacerlo. Cinco años después, los padres de Amelia deciden presentarla en sociedad y gracias a un encuentro casual con Helene Compton (la madre de Charles) parece que el destino vuelve a unirlos.

Amelia Parker ya no es una niña y sus rasgos infantiles, han dado paso a una cara preciosa. Sus ojos azules se posan en Charles y siente como su corazón se detiene, pero no está dispuesta a delatarse. Mientras, el esquivo Charles, al que quieren echar el lazo todas las debutantes, asiste a veladas que antes le aburrían. Mira en su interior y está confuso. Sus sentimientos hacia Amelia no han cambiado, ¿o sí?

Mi primera toma de contacto con Amelia Compton fue leyendo otra novela de la autora, A un beso del pasado. La señora Compton, una viuda rica entrada en años, juega un papel fundamental para la subsistencia de los dos protagonistas en un siglo que no es el suyo. Es un personaje que marca, que te encadila por su vitalidad y alegría. Una alegría que se ve empañada, cuando recuerda a su querido Charles.

Cuando empecé a leer Toda una vida, tuve que cambiar el chip con respecto a Amelia. Necesitaba empezar de cero y no pensar en ella como en la abuelita pícara y vivaracha, que me había cautivado. Tuve que retroceder muchos años las agujas del reloj, dejar atrás a la señora Compton, y dar la bienvenida a la señorita Parker. Con Charles, sin embargo, lo tuve más fácil. Cuando Elaine y John (protagonistas de A un beso del pasado) tropiezan con el carruaje de la señora Compton, y ésta les socorre, Charles ha fallecido hace tiempo. Por tanto, en su caso, no me ha resultado amargo digerir que la vida pasa para todos, que los cabellos se vuelven blancos y la piel se llena de arrugas, que cuando arranca Toda una vida la impetuosa Amelia tiene once años y es como un cervatillo al que su madre, por primera vez, deja corretear por el bosque.

Como os decía, cuando logré abandonar el encorsetamiento en el que estaba atrapada cuando pensaba en Amelia empecé a disfrutar -y mucho- leyendo este relato que nos ha regalado Ana F. Malory. Es corto, fresco, sencillo y merece la pena ponerse con él.

Me gusta mucho cómo va evolucionando la relación entre Amelia y Charles. Les separan seis años y eso se nota. Adoro la escena donde Amelia llora a borbotones porque su príncipe azul va a abandonarla. Charles intenta consolarla con torpeza. Percibes la inocencia del momento, sin los subterfugios que conlleva la vida adulta. Cinco años después, Amelia es una señorita de diecisiete años que está deseando reencontrarse con Charles. Ha madurado y aunque se muera por sus huesos, está dispuesta a que no se la note. Ahora es a Charles, al que le toca sufrir un poquito.

Después de arañar en las vidas de Amelia y Charles, de empatizar con ellos e imaginarlos como personas de carne y hueso, con sus defectos y sus virtudes, me ha sido imposible no pensar en Dianne, su única hija. Una hija crecidita a la que sufrí en A un beso del pasado pero que lógicamente no forma parte de Toda un vida. Aun así, no puedo resistirme a la siguiente reflexión: ¡Qué mala suerte! Dos seres tan estupendos como Amelia y Charles, y les deja la cigüeña un elemento así... Y me pregunto: ¿Dianne fue siempre como una cáscara vacía o la vida la empujó por ese camino?

En fin, me encantaría saber más de los Compton. Ya conozco el amor que les envolvió en su juventud y puedo hacerme una idea de cómo transcurrió la vejez de Amelia (y la dicha que la aportaron John y Elaine) pero no sé nada sobre sus casi cincuenta años de matrimonio. No sé, me resisto a dejarlos marchar y lanzo un órdago a la autora: ¿Te animas..?

Mi puntuación es 4/5


Crítica realizada por Katon

 

Tenía muchas ganas de leer la historia de Amelia. Personaje que me encantó en A un beso del pasado, tenía personalidad, no le importaba decir lo que pensaba y lo más importante, tenía una mente abierta.

Toda una vida es una novela corta muy bonita y dulce. Amelia es una jovencita con carácter y algo traviesa, además de estar enamorada de su vecino, Charles. Aunque pueda parecer un amor infantil el corazón de Amelia, de once años, sufre un duro golpe cuando Charles, de diecisiete, debe marcharse a vivir a Londres con su madre y su tío. Amelia le arranca la promesa de escribirse con frecuencia, pero lógicamente, la correspondencia no dudará mucho tiempo.

Ahora Amelia está en Londres ya que es su temporada de presentación. Ella reconoce al apuesto hombre en que se ha convertido Charles, pero él no es capaz de reconocer a su "pecosa". La sorpresa del joven al descubrir su identidad es una escena muy divertida.

Amelia ya no sufre un amor de juventud, ahora está aun más decidida a convertirse en la señora Compton. Charles, que no es partidario del matrimonio (¿qué buen protagonista de novela romántica lo es?) intenta retomar la amistad de la infancia con Amelia. Pero ella ya no es una jovencita pecosa que le seguía a todas partes y Charles va cayendo bajo su influjo sin darse cuenta. También me gustaría destacar a Helene, la madre de Charles, ¿qué haría él sin los sabios consejos de su madre?

Me ha gustado mucho esta historia, a pesar de ser corta y sencilla está escrita fantásticamente bien. Vemos cómo Charles se enamora y es capaz de reconocer a la verdadera Amelia, así como lo más importante, reconocer sus propios sentimientos. Aunque como he dicho es una novela corta, vemos cómo se desarrolla la verdadera historia de amor de esta pareja. Amelia ya no está deslumbrada por Charles, ahora admira al hombre en que se ha convertido y él es capaz de ver a una joven digna de ser una pareja con la que charlar, pasear, resolver problemas y pasar toda una vida juntos.
Una preciosa novela que se lee rápido y con la que he disfrutado mucho.


Crítica realizada por Crishi

Amelia Parker es una niña que está enamorada de su vecino y amigo Charles Compton, de hecho estaba convencida en todo momento de un futuro compromiso matrimonial entre ellos. Pero Charles ha de irse a vivir a Londres, no sin antes prometer a Amelia que seguirá comunicándose con ella a través de cartas.

Pasan los años y los padres de Amelia deciden viajar a Londres para presentar en sociedad a su hija. Tras cinco años sin apenas noticias de Charles, Amelia tiene renovadas esperanzas ante la posibilidad de reestablecer su relación con Charles, quizá, al fin y al cabo, su sueño pueda hacerse realidad.

Por otro lado, Charles se ha convertido en un joven apuesto más interesado en la empresa de su difunto tío que en el ritual que conlleva la búsqueda de esposa. Cuando su madre le comunica que la pequeña Amelia está en Londres, un sentimiento de culpa unido a la expectación de volver a ver a su amiga de la infancia asalta a Charles pero, aún así, el joven se muestra esquivo ante su primer encuentro con Amelia.

En ese primer encuentro los ojos de Amelia son solo para Charles, que al verla se siente irremediablemente atraído por ella. Las conversaciones que mantienen encierran tal mezcla de agudeza y formalidad que llegan a ocultar sus verdaderos sentimientos por temor a ser descubiertos, porque antes Charles y Amelia han aclarar algún asunto del pasado.

Pero los sentimientos son ingobernables y si Amelia sabe jugar bien sus cartas, podrá conquistar el corazón de su querido Charles.

Menos mal que he le leído este minúsculo relato porque estaba decidida a no hacerlo. Cuento una anécdota... compré A un beso del pasado ignorando que también incluía Toda una vida. Cuando llevaba leída una buena parte de A un beso del pasado, eché un vistazo al final del libro porque algunas veces leo los finales con el rabillo del ojo (una tontería como la copa de un pino que desaconsejo), entonces me di cuenta de que los protagonistas no me cuadraban, "leñe, ¿quién porras será este Charles?", me sentí descolocada, incluso pensé que más avanzada la lectura existía un segundo romance, ya más maduro entre la señora Compton y el tal Charles.

Mi curiosidad me hizo husmear entre las páginas y dar con una nota aclaratoria que marca el inicio de Toda una vida. Este relato es la historia de amor de la señora Compton, uno de esos personajes secundarios tan entrañables que se cuelan en la memoria y logras recordar siempre que viene al caso. No suelo tener interés en los secundarios, solo lo necesario y poco más para sustentar y amplificar una historia, pero cuando terminé A un beso del pasado quedé tan atrapada por la forma de escribir de la Malory, así como de hacer que la sencillez de una historia me resultase tan atractiva, que me atreví a continuar con Toda una vida.

¡Por Mary Balogh! Qué historia tan dulce y que protagonistas tan bien definidos para lo corto y sencillo que es el relato. No tengo palabras para expresar lo que me ha hecho sentir esta joyita. Un romance precioso que acelera el corazón y una pequeña muestra de que también se puede leer novela romántica sin escenas de sexo, y que conste que no tengo nada en contra de ellas cuando no son gratuitas.

La historia es una sucesión de escenas y situaciones muy clásicas dentro de este subgénero; compromisos sociales como un baile, la toma del té, un poco el papel de la mujer en la sociedad, la típica conversación en el club de caballeros, los cotilleos de las ladies, el paseo en el jardín, los tejes y manejes de Helene y Natalie, un beso robado, un malentendido, una asistencia a la ópera, el tercero en discordia... En fin, todo muy estandarizado y, sin embargo, nada importa cuando la historia parece tener vida propia y los sentimientos de Amelia y Charles transmiten tanto entusiasmo.

A destacar el carácter de Amelia, su constancia y su savoir-faire hacen de ella una protagonista más interesante, por otra parte, me han encantado las reacciones de Charles y la ignorancia de sus propios sentimientos hasta que le tocan la moral.

En Toda una vida me he encontrado con la esencia o base de toda novela romántica histórica que refleja el período victoriano. Es cierto que el relato no contiene unos protagonistas con un pasado difícil ni atormentado, típicos elementos dentro de este género, pero tampoco los he echado en falta cuando, en la simpleza de su evolución, Amelia y Charles me iban dejando con la miel en los labios ante tanto sentimiento contenido. Desde mi punto de vista, pienso que es ahí donde radica la belleza de este romance, en la elegante descripción de los deseos reprimidos como el que tiene un saco de mariposas dentro del estómago.

Si tuviera que describir esta pequeña historia de amor con una sola palabra sería: tierna.

Un relato muy recomendable.

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