• Fecha: Miércoles, 29 Abril 2015

writing-828911 640Decir que narrar una historia sin conflicto no es narrar una historia puede parecer una perogrullada, pero no lo es. Veamos un ejemplo simple pero eficaz:

Una mujer acaba de pasar por una ruptura sentimental y está deseando volver a enamorarse. Conoce a un hombre que ha decidido sentar la cabeza. Ambos encuentran en el otro aquello que buscan en una pareja, así que inician una relación y son felices. FIN.

La idea que se nos ha ocurrido puede ser preciosa, pero si no hay ningún conflicto que impida que ese amor se lleve a cabo, la narración de la historia en la que desemboca nos va a durar uno o dos capítulos, a lo sumo. Y, por supuesto, nada de tensión, de emociones encontradas, de risas ni de llanto a lo largo de los mismos. Es decir, que aunque parezca de Perogrullo, una idea sin conflicto no pasará de ser tan solo una idea.

Sin embargo, si a esa misma idea del ejemplo le añadimos cualquiera de los siguientes ingredientes, se convertirá, ahora sí, en una historia que contar:

• Un problema de confianza por parte de la protagonista.
• Una familia que se entromete y que no ve con buenos ojos la relación.
• Un protagonista que ha decidido no sentar la cabeza jamás.
• Un exnovio que no come ni deja comer.
• Un orgullo enfermizo.
• Un cambio en las circunstancias, como un traslado a otra ciudad o el diagnóstico de una enfermedad...

Parece que ahora ya va tomando forma, ¿verdad? Esto es porque toda historia precisa de un conflicto para desarrollarse y, sobre todo, para captar la atención del lector y ser capaz de despertar en él todo tipo de sentimientos. Cuando leemos, no queremos que nos muestren historias fáciles que se resuelven sin dificultad. Como lectores, disfrutamos con los procesos que se cuecen a fuego lento; sufrimos con los obstáculos y nos alegramos con los avances. El conflicto, por tanto, será el eje en torno al que pivota toda nuestra novela, que a su vez consistirá en la transformación de un estado inicial en otro estado final.

En narrativa romántica, y a pesar de que hay quien opina lo contrario, es común observar una amplia variedad de conflictos. Desde un punto de vista estricto, algunos de ellos serían los siguientes:

• Conflicto entre el personaje y la sociedad, representada a través de unas reglas y una moralidad que impiden al primero expresarse y vivir con libertad.
• Conflicto entre personajes que persiguen un mismo objeto de interés o intereses opuestos.
• Conflicto del personaje consigo mismo, algo que se suele traducir en dilemas, crisis de identidad, etc.
• Conflicto entre personaje y fuerzas externas, como el destino, los poderes sobrenaturales, las catástrofes, etc.

A modo de conclusión: podemos tener una idea original, unos personajes atractivos y coherentes, habernos documentado bien y contar con una gran disciplina, pero sin un conflicto consistente, nuestra novela estará vacía.

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Comentarios (1)

  • Malory

    01 Mayo 2015 a las 06:48 |
    Cada día me gustan más estos artículos. Y aunque nunca había pensado en esto de los conflictos, es una verdad tan grande como un templo.
    Gracias por las pautas. Érika :)

    responder

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