Karen Robards - Julia

Valoración:

Crítica realizada por Mariam

Jewel Combs es una golfilla de los bajos fondos de Londres, donde convive con carteristas, timadores, prostitutas y rateros. Sólo tiene dieciséis años, pero no se engaña; sabe que no le aguarda otro futuro que la prostitución. Hasta ahora ha logrado malvivir robando  junto a un par de maleantes: Jem y Mick. Una noche los tres perpetran un robo. La víctima es un joven caballero en evidente estado de embriaguez, lo que lo hace una presa fácil.

Sin embargo lo que debería ser un robo sencillo se convierte en un asesinato cuando Mick lo hiere de muerte. Lejos de huir, Jewel, que se siente culpable, cuida de él durante sus últimos días y el joven, Timothy Stratham, agradecido, le pide que se case con él para que herede su fortuna. De ese modo pretender molestar a su familia, a la que no tiene mucho aprecio, especialmente a su primo y guardián, Sebastian Peyton, el octavo conde de Moorland.

Jewel accede y tras la muerte del joven Timothy se persona en la regia mansión de Gosvernor square. Sucia y desharrapada, no es muy bien recibida por Smathers, el estirado mayordomo del conde. Pero Jewel, que es de armas de tomar, proclama que es la viuda de Timothy Straham y se cuela en la casa para la consternación del servicio, la condesa viuda y el propio Sebastian.

A Sebastian le irrita el descaro de la joven, sea o no, la viuda de su irresponsable primo. Su primera intención es ponerla de patitas en la calle. Mas al percatarse de cuánto molesta a su madre, la condesa viuda, la presencia de la pilluela, accede a reconocerla como parte de la familia.
Ante él descubre a una jovencita flacucha, sucia y vestida como si hubiera salido de un burdel, pero algo en esos ojos topacio le atrae. Y mientras, con frialdad la estudia se pregunta si, tal vez, no podría pulir y transformar a esa golfilla de los bajos fondos y convertirla en toda una dama.

Haciendo uso de su poder, obliga a Jewel a quedar bajo su protección y, después comienza la ardua labor de educarla. Poco a poco, bajo los fríos ojos azules del conde, Jewel comienza a florecer y a mostrarse como una joven bonita y sensual a la que Moorland bautiza como Julia Stratham... y a la que se propone seducir.

Creo que es una excelente noticia que la editorial Esencia se haya decidido a publicar una de las antiguas de Karen Robards.
Puede que a esta autora se la conozca, sobre todo, por sus novelas de suspense romántico, pero, sin desmerecerlas para nada, tengo que confesar que yo tengo cierta debilidad por sus novelas históricas. Como Julia, una novela que me ha cautivado de principio a fin, y cuyos protagonistas, Jewel/Julia y Sebastian, me han dejado una impresión indeleble.

Jewel es una jovencita que quedó huérfana a la tierna edad de siete años. Hija de una prostituta, no conoció a su padre, así que acabó viviendo en las calles.
Con ese casi ininteligible acento cockney, lo cierto es que conquistó mi corazón con muy poquitas páginas. Es una heroína de aquéllas que encontrabas en las novelas antiguas. Pero, claro está, Julia es una novela de las antiguas. El cómo acaba bajo la tutela del frío conde de Moorland es producto de un cúmulo de casualidades, del destino o, incluso, un tanto inverosímil, pero el caso es que así sucede.
Y la golfilla ladronzuela va convirtiéndose en toda una dama.
El proceso es divertidísimo; tierno pero en otras ocasiones me ha hecho reír a carcajadas, porque Jewel es peculiar y, pulida o no, siempre es fiel a sí misma.

Sebastian, el conde de Moorland, es un hombre frío y altanero. Desprecia a su madre, tolera con fría cortesía a su cuñada Caroline, la viuda de su hermano y anterior conde, Edward y desprecia a una sociedad que lo trata como a un paria. Viudo desde dos años atrás, los rumores dicen que asesinó a su esposa y Chloe, su única hija, vive recluida en White Friars, la casa de campo. Para él Jewel -o Julia como él la bautiza- no es más que una diversión. Pero poco a poco se va ganando su confianza, la hace reír, pero también le atrae como mujer. De modo que no ceja en su empeño de seducirla, pese a que también la desprecia por su pasado en los bajos fondos.

No se puede negar que el argumento es propio de las novelas a la antigua usanza. Ella es jovencita, virginal e inexperta. Él es un hombre mayor, experimentado, frío e incluso cruel. No parece sentir nada por nadie, ni siquiera por su dulce hijita.
Es déspota, grosero, con un aire cromañón que no se puede pasar por alto, y trata a Julia de un modo abominable. 

Pero confieso que pese a todo ello, Julia me ha encantado. ¡Qué novela más bonita! (No me he dado un golpe en la cabeza)
Reitero que es una novela de aquellas antiguas, de amor y de odio, de traiciones, secretos, dónde él es despreciable en ocasiones, en otras te llega al corazón -pocas, pero alguna-, donde ella es valiente e indómita, leal y de armas tomar.

Porque Julia no se amilana ni ante él ni ante una sociedad que si descubre su pasado la repudiaría.  Porque Julia está decidida a lograr que Sebastian Peyton, el octavo conde de Moorland, caiga rendido a sus pies y confiese que la ama como ella a él.

Pese a que en alguna ocasión he despotricado sobre este tipo de novelas cuyos protagonistas masculinos resultan un tanto odiosos, con la mano en el corazón, en esta ocasión debo decir que me parece una historia preciosa. 
Me ha tenido con el alma encogida. Me ha hecho reír e incluso derramar alguna lágrima. Me ha llegado al corazón y he cerrado el libro con una sonrisa pero, también, apenada de que se acabara.

Julia tiene elementos de Pigmalión, pues Sebastian coge bajo su ala a Jewel, la pule, educa y transforma en Julia Stratham; también, en algunas partes de la trama, de Rebeca, por la muerte en extrañas circunstancias de la primera esposa del conde. Pero todo ello se entrelaza y propicia una historia de amor y redención que, al menos a mí, me ha hecho enamorarme de la novela y de sus personajes.

Me he divertido con las peripecias de Jewel mientras se transforma en Julia, me ha conmovido la pequeña y solitaria Chloe. Y, sinceramente, he odiado y querido a Sebastian a partes igual.
Pero al llegar a la última página he sentido lo que sentí el día que descubrí el maravilloso e indescriptible mundo de la novela romántica:  que tenía un pequeño tesoro entre mis manos.

Preciosa historia, eso sí para quienes disfruten de las novelas de antes... que es lo que es Julia.

 

Crítica realizada por LadyZarek

"Julia" es un libro que no deja indiferente: o bien encandila, o bien disgusta a quien lo lee. Afortunadamente, yo entro en la primera opción. Sí, "Julia" me ha cautivado, es una novela de las de antes, maravillosa y pasional. Ni Julia (o Jewel) ni Sebastian dejan indiferente a nadie. Forman una pareja explosiva, su química es impresionante.

Jewel es una chica de la calle, aunque de momento, su virtud está intacta. La mala suerte de un joven caballero hace que la vida de Jewel cambie radicalmente. El destino quiere que dependa de la aprobación de Sebastian, conde de Moorland. El hombre se empeñará en hacer de Jewel una dama, y le cambia el nombre a Julia.

Sebastian intenta no acercarse ni encariñarse con la golfilla que ha permitido entrar en su familia, pero Julia es hermosa, y una muchacha de lo más inusual... le volverá loco de deseo, y también de ira. Julia, por su parte, sentirá algo más que cariño por el hombre que la acogió y cambió su vida, aunque para llegar a él, primero tiene que romper su fría coraza.

Menudo novelón. No puedo describir de otra forma semejante historia de amor. Es un libro de romántica de los que siempre hemos querido que nos publicaran aquí, y no una historia blanda y sin fundamento. Karen Robards da lo mejor de sí misma como escritora con esta joya.

A la ambientación no le doy importancia, porque ocurre la historia en Inglaterra. Aquí la autora no aporta nada sorprendente.

Los personajes secundarios acompañan a los principales, pero no les hacen sombra. Eso me gusta, porque creo que la trama debería girar en torno a los protagonistas. Eso sí, he añorado mucho los pensamientos de Sebastian. Aunque está en tercera persona, la historia se centra en Julia casi siempre. Un pequeño fallo, que voy a pasar por alto a la hora de puntuar la novela.

A quien le guste leer un genuino libro romántico, y no un sucedáneo blando, os recomiendo este libro de Karen Robards.

Nota: 5/5.

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