Florencia Bonelli - El puerto de las tormentas

Valoración:

Crítica realizada por Mariam

El cuarto Arcano. El puerto de las tormentas. Segunda parte

Tras abandonar Buenos Aires, furioso y herido con Melody, Roger Blackraven se embarca con destino a Río de Janeiro junto a sus primos Marie y Luis Carlos, los hijos de Luis XVI y María Antonieta, cuyas vidas están en peligro por la ingente cantidad amenazas que se ciernen sobre ellos.

El yugo de Napoleón sobre Europa es cada vez más estrecho y eso impulsa a los ingleses a extenderse hacia Buenos Aires en búsqueda de nuevos puertos y mercados para sus mercancías. Eso hace que la ciudad porteña no sea propicia para acoger a los jóvenes primos franceses de Blackraven. La promesa de una invasión por parte de los ingleses se vislumbra sin dificultad en el horizonte.

La certeza de que sólo es cuestión de tiempo que ésta se produzca, impulsa a Roger a reunirse con sus antiguos hombres: el jesuita Gabriel Malagrida y Adriano Távora, con los que estudia la situación y opta cuáles serán sus próximos movimientos a seguir para protegerse tanto sí mismo como los suyos y, sobre todo, a Isaura, a quién pese a la distancia y los recuerdos amargos no ha logrado olvidar.

El Virreinato del Río de la plata es el objetivo de los ingleses, dirigidos por el general Beresford que es un antiguo camarada de Blackraven, quien, temiendo por Isaura, reemprende sin demoras el regreso a Buenos Aires sin saber cómo ésta lo recibirá.

Tras meses de separación la vida de Isaura se ha visto envuelta en pruebas muy difíciles de superar: la situación en la ciudad porteña es más belicosa cada día que sucede, los bandos se dividen, las lealtadades y traiciones están a la orden del día, y sin Roger a su lado, muchos son los que osan ir en contra de El ángel negro. Su estado de abatimiento y desánimo no hace sino incrementarse cuando la desgracia cae sobre la casa de San José.

El regreso de su marido trae consigo la esperanza de Isaura por recuperar su vida anterior, aunque el destino es inextricable y sólo él sabe qué les depara el futuro...

El cuarto arcano. El puerto de las tormentas, la segunda parte de la novela, ambientada en los primeros años del siglo XIX, retrata la realidad social no sólo de Argentina, sino de Europa y sobre todo Francia e Inglaterra y continúa con la intensa y apasionante historia de amor de Roger e Isaura, en un marco histórico de una calidad escrita y documentada inmejorablemente.

A la vez que retrata magníficamente los albores de la invasión de los ingleses a Río de la plata, asistimos al reencuentro entre Melody y Roger Blackraven.

Desde el principio, la de ellos no fue una relación fácil, demasiados obstáculos, prejuicios y orgullo los separaron, pero tras unos meses apartados, cada uno por su lado, se reconocen a sí mismos que la vida sin el otro carece de sentido.

El pilar alrededor del cuál gira el hilo argumental es sin duda el protagonista de esta novela: Roger Blackraven. Aunque conde inglés y futuro duque de Guermaux, no deja que sus raíces nublen su juicio ni intereses, de hecho, tal y como fuimos testigos en la primera parte de El cuarto arcano, Roger es un hombre complejo, dominante, autoritario sobre el que recaen responsabilidades, secretos inconfesables y que podría decantar hacia un lado u otro de la balanza el resultado de dicha contienda. Pero Blackraven no cree en invasiones ni batallas, su única obsesión, el motor de su vida es la dulce Isaura. Desde que ésta apareció en su vida, volviéndola de pies a cabeza, es lo único que lo conmueve, importa y conmina a actuar.

La joven que encuentra a su regreso es una mujer frágil y devastada por el dolor, quien que no puede ocultar que aún ama a su autócrata y dominante marido. Roger permanece a su lado, día tras día, para ayudarla a superar su pena y enfrentar con entereza las pruebas que la vida le pone delante.

Todos estos sinsabores y amarguras unen aún más a Isaura y Roger, así como la noticia del embarazo de la joven. Y a pesar de la truculenta situación que envuelve a Buenos Aires, lo que lleva a Blackraven a replantarse la posibilidad de regresar a Londres para evitar quedar atrapados en mitad de las reyertas, la vida se les antoja un regalo del cielo. Después de todo poseen la mayor riqueza de todas: el amor.

No obstante, dos sombras se ciernen sobre la pareja enturbiando su dicha: por un lado, La Cobra, el sicario enviado por el mismo Napoleón para dar y capturar al Escorpión negro y reclutarlo para su bando; por otra el regreso de un fantasma del pasado de Roger que amenaza con hacer añicos la felicidad del matrimonio Blackraven y destruir sus sueños.

Hay novelas que pese a su extensión y minuciosidad a la hora de detallar y describir una época histórica se hacen fáciles y rápidas de leer. El Cuarto Arcano es una de ellas y es además una novela preciosa, repleta de humanidad, aventuras y misterios.

Pese a que la novela está dividida en dos volúmenes, dada la extensión del libro, la lectura es deliciosa por el modo magistral en que está narrada y los sentimientos y emociones que la sustentan.

En El Cuarto arcano. El puerto de las tormentas la documentación y la trama histórica poseen un gran peso, pero esto lejos de restar fuerza o carácter a la trama romántica, sólo la hace destacar más por varios aspectos: la aparición de personajes históricos del renombre de Martín de Álzaga, Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Rodríguez Peña o Napoleón y que son parte importante y argumentativa de la novela, no un mero escenario de fondo, dan relevancia y solidez a la lectura; la realidad de Buenos Aires en 1807, la invasión de los ingleses sobre el Río de la plata, la esclavitud y el poder de Napoleón en Europa sólo incrementan los focos de interés que se reflejan en la novela, sin dejar de lado una bonita historia de amor.

Quizá el peso de la historia pueda asustar un poco a aquellos lectores a los que estas tramas históricas no les atrae, pero, en mi opinión, aquí sólo logra realzar la calidad y la belleza humana e histórica de el amor entre Roger e Isaura, tal como lo logra plasmar Florencia Bonelli.

Los personajes tienen tal atractivo que por sí solos, al margen de la época histórica, se nos hacen más cercanos y conocidos. Asistimos a una evolución en ellos que da más fuerza a la historia de amor.

Así como en la primera parte el carácter de Roger era impetuoso, dominante e inflexible (sin que esto cambie ni un ápice) en esta continuación, somos testigos de aristas y nuevas facetas de su personalidad. Como Madame Odile observó en su día, él es el cuarto arcano, un hombre autoritario, autocrático y fuerte, pero es ante todo un hombre profundamente enamorado de Isaura, lo que le lleva a actuar de un modo que conmueve al lector y que derrumba sus propios cimientos.

Sin perder ni un ápice de su personalidad ni la rudeza exhibida con anterioridad, vemos el lado más humano y, sobre todo, descubrimos su debilidad y su talón de Aquiles: Isaura.

Por otro lado, Isaura se nos muestra como una mujer más madura, que ha enfrentado y sobrevivido a traumas y pruebas dolorosas que sólo han afilado su carácter, pero sin despojarse de su esencia, la dulzura y bondad con que todo lo impregna, enseña una fiereza y determinación nuevas.

Además, como en el caso de Blackraven, vemos que como todo ser humano posee sus defectos y cómo sus valores morales sufren un vuelco inesperado, que le lleva a replantearse sus prioridades y su vida, actuando de un modo que sorprende enormemente.

Además de los secundarios ya conocidos como Tommy Maguire, Servando (Babá), Elisea, Enda Feelham, Miora, Somar... aparecen nuevos personajes, cuyo papel es relevante y dan un giro sorprendente al argumento.

Pero sobre todos ellos está Roger Blackraven, que es un hombre carismático, implacable, rudo pero apasionado, cuyas motivaciones quedan patentes en cada una de las líneas de El cuarto Arcano.

Innegablemente de fondo subyace una fuerte carga histórica, intrigas políticas, piratas, aventuras en el mar y una red de espionaje asombrosa. Pero todo esto no le resta profundidad ni relevancia a la trama romántica, al contrario, la enmarca y ensalza de un modo cautivador, ya que llegas a vivir y sentir la realidad de esa época, los conflictos bélicos, políticos y morales, y ante todo, porque respiras el amor que existe entre Isaura y Roger.

Como digo anteriormente, en Blackraven se sustenta el peso de la novela porque su participación está presente tanto en la parte histórica como en la romántica. Sus raíces inglesas, francesas, italianas e incluso españolas hacen de él un hombre peligroso y poderoso para todos. Es casi un estandarte, una leyenda. Pero lo que enamora de un personaje así es su indiscutible e indoblegable carácter, no se arrodilla ante nadie, no ruega ante nadie... excepto ante una mujer, su mujer.

Eso sin restar ni un ápice de interés a una historia de amor cargada de sensualidad, erotismo y belleza, una relación que refleja unos sentimientos que traspasan el papel y una carga emocional potente.

Al margen de la ambientación histórica, es evidente que estamos ante una maravillosa y conmovedora historia de amor que me ha arrancado risas y lágrimas, que me ha emocionado como pocas lo han hecho desde hace mucho.

El cuarto arcano es una novela histórica y romántica que se ha convertido en una de mis novelas preferidas, por la calidad que destila y porque después de leer más de mil páginas, volvería a leerla.

Las cautivantes descripciones de Florencia Bonelli, la belleza de los sentimientos que transmite, las luces y las sombras del marco histórico en que se sustenta, así como las vidas de su protagonistas han calado muy hondo dentro de mí, envolviéndome en un libro a veces rudo, a veces triste, pero muy romántico. Un libro tan inolvidable como Roger Blackraven, el cuarto arcano.

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