La mayoría de nuestros héroes de regencia, aquellos que no fueron herederos y que por tanto pudieron dedicarse a la vida castrense, lucharon contra Napoleón, ya fuera en la guerra de la península, como los ingleses la llamaron, o nuestra Guerra de la Independencia; o en las guerras por el continente europeo, cuya batalla final es la famosísima Waterloo.
Y todos ellos lucharon a las órdenes de Wellington. Por supuesto. El gran Wellington, el duque de Hierro, Old Nosey (el viejo narigudo, pues su nariz se asemeja a una percha)... Como si no hubiera habido más generales o grandes militares entonces. Y los hubo: Hill, William Paget...
Pero no os daré la brasa con batallas pasadas que no nos interesan, sino con la vida del duque, que además de militar, de héroe nacional, de Primer Ministro, fue hombre, y tuvo una vida cuanto menos interesante.
¿Que cómo lo sé? Una de las razones es que tengo una idea en mente con él. La otra es más sencilla: si vais a Londres, ¡¡podéis visitar su casa!! (creo que Londres-turismo debería pagarme... mmmmm). Está al lado de Marble Arch, en Hyde Park Corner, en el mismísimo centro. Se llama Apsley House, la llamaban el Número Uno. Cualquier bus turístico pasa por allí. Si paseáis por el centro la veréis, aunque no sepáis que es ella. Y si entráis, descubriréis, por ejemplo, que en el hall tenía una estatua de Napoleón desnudo. Mola, ¿eh? Hay que tener sentido del humor, o estar obsesionado con su archienemigo. Creo que tuvo que ver más con lo segundo que con lo primero, pero esta es mi opinión, que se manifiesten sus biógrafos, que los hay por decenas.
Bueno, a lo que iba.
Nada en la vida temprana de Arthur Wesley, que se cambiaría después el apellido, presagiaba lo que estaría por llegarle. Nació en Dublín en 1769 (vamos, que casi no era ni británico, pues el Acta de Unión del Reino de Irlanda y el Reino de Inglaterra para formar el Reino Unido es de 1800), y fue el tercer hijo del primer conde de Mornington. El título de conde de su padre fue otorgado después de que su abuelo y bisabuelo fueran barones (vamos, que por poco no es ni noble, tampoco). Y como era el tercer hijo, tenía dos opciones, milicia o una de las tres profesiones aprendidas, iglesia, medicina o derecho. Afortunadamente eligió el ejército.
Eso sí, estudió en Eton, Inglaterra, como correspondía, y continuó con su formación castrense en Bruselas, en un momento en que afortunadamente para sus pretensiones el continente bullía con aspiraciones imperialistas francesas. Su padre le compró el cargo de alférez. Y de ahí al estrellato.
Ganó batallas y más batallas y más batallas, y se cambió su nombre por Arthur Welleslley (desconozco el porqué) y siguió ganando, y le dieron un montón de títulos, como el de Príncipe de Waterloo, Duque de Ciudad Rodrigo y Duque de Vitoria (por nombrar los de casa), marqués de un montón de sitios, conde de otro montón, barón de blablablá.
Y acabaron las guerras. Y se quedó con las fuerzas aliadas en Europa, en lugar de regresar a casa con Kitty, su esposa (con la que se reconcilió en 1831, justo antes de que ella muriera) y sus dos hijos. Hay que decir que se casó con una mujer a la que prometieron y a la que encontró el día de la boda después de más de diez años sin verse. Pobres ambos, digo yo, él y ella. Pero volviendo a su vida, se ganó tras su victoria final el título, permitidme la cursilería en la ironía, de Rey de corazones. Se bromeaba en los salones que la admiración por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas del Reino Unido era la Nouvelle Religion. Lo más de lo más, para que nos entendamos.
Un metro ochenta, y cuerpo recio, hecho a base de ejercicio en el campo de batalla, con facciones angulosas y una nariz muuuuy aguileña, las tenía a todas "loquitas".
Volviendo a la idea de su obsesión por Napoleón, estuvo con dos de las últimas amantes del francés, Giusepppina Grassini, y la actriz Mlle George. Ambas se afanaron en confirmar que el duque era de ambos el más vigoroso. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Como si fueran a decir lo contario, si es queeeee...
Una vez en Londres, muchas mujeres trataron de ganarse sus favores (sí, mientras Kitty seguía en el campo, donde prefería estar, alejada de las excentricidades de la capital y de un marido con el que no se llevaba ni bien ni mal; no se llevaba). Entre las rivales más destacadas se conocieron a Lady Jersey (sí, también lo sabéis, una de las patronas de Almack's, que debían gustarle los primeros ministros, pues se habló de una relación con Liverpool, también; pero parece que aquí no se llevó el gato al agua), Lady Shelley (creo que no fue la escritora, pero no he encontrado ninguna entrada al respecto, y me he vuelto loca buscandoooo) y Harriet Arbuthnot, una mujer que si bien no era noble estaba bien situada dentro del establishment de los tories (el partido conservador), y cuya relación con Wellington duró muchos años y fue socialmente aceptada. Tuvo esta acceso a todos los secretos del gabinete, pero no pudo sin embargo influenciar al duque, ni siquiera para que su esposo (sí, la pajarita estaba casada con un hombre que ayudó mucho al hermano de Wellington en su divorcio, que de raza le viene al galgo) entrara a formar parte del gobierno.
Su relación con Harriet fue aceptada incluso por la casa real, pues se les concedió audiencia juntos, para conocer a la duquesa de Kent, quien, caprichos del destino, sería después la Reina Victoria.
Pero coincidió también el principio de su amorío con el final de su relación con una de las amantes de Napoleón, con la que apareció públicamente en París del brazo, para escándalo de la sociedad. Sociedad que quiso escandalizarse más aún imaginando un trío con Harriet por añadidura.
Y no os aburro con más batallitas.
Solo os diré que Welligton fue mucho más que un general que viene bien nombrar, o el gran comandante que derrotó a Napoléon, o el tory que aplicó duras medidas sobre Reino Unido... fue alguien sobre el que se podría escribir una novela de lo más interesante... ¡y morbosa!
Visitad Apsley House si tenéis ocasión y os gustan las casas georgianas (antes de las victorianas). Esta es el colmo del lujo. Y os enfadaréis cuando veáis la colección española, que le regaló Fernando VII en agradecimiento. Soberbia.
*Artículo realizado por Ruth M. Lerga
Fotografía de wikipedia. Arthur Wellesley I duque de Wellington pintado por el artista Thomas Lawrence, meses antes de la Batalla de Waterloo.
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Comentarios (23)
Aquiescente
Mucha suerte porque sus grandes victorias en Arapiles o Waterloo se debieron a casualidades y fallos estupidos de su enemigo.
Y muchísima suerte, porque vivió a la vez que el inmortal Napoleón. Es gracias a éste, que se nombre a un tal Wellington.
El resto ya es la imbecilidad del ser humano con sus incomprensibles agradecimientos desmesurados.
Con lo que hizo, robó, y destruyó en España o Portugal... Lo minimo era haberle pedido reposición, no darle titulos y riqueza.
España es diferente.
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Germán E Vogel Blaya
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JuanZevi
Esa nariz tuvo que ver con el episodio entre Wellington y Goya que estuvo a punto de cambiar la historia de Europa, y dio origen a un topónimo popular que aún se mantiene en Santander.
Otra huella del personaje en España: es la única persona no nacida en nuestro país (a excepción de unos cuantos monarcas, claro) representada en los medallones de las enjutas de los arcos de la Plaza Mayor de Salamanca (curiosamente, al lado de Unamuno; merece la pena fijarse en estos detalles salmantinos además de buscar la malhadada ranita).
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Stella Maris Cortés
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marivi
Gracias.
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Ava Campbell
Por si alguien tiene curiosidad, las novelas The Spanish Bride y An infamous army, de Georgette Heyer, reflejan a la perfección su carácter y comportamiento en las guerras napoleónicas.
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Maria945
Mas en la fecha que estamos aqui en Vitoria que este año celebramos el bicentenario del aniversario de la batalla de Vitoria en la que estuvo luchando el Duque de Wellington.
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Ruth M Lerga
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luciago
Si voy a Londres, iré a ver su casa, eso seguro.
Gracias por este artículo tan interesante.
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Olalla
Pero me encanta la forma que tiene Ruth de escribir un artículo que logre no aburrirme.
:)
Y no, aunque le pese, Wellinghton no era británico jajaja.
Por cierto, sí, Londres tendrá que pagarle a Ruth por tanta "publi" porque vamos...
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rosamoni
A mi este señor no es que me haya inspirado mucha curiosidad, la verdad es que es un personaje conocido pero es que a mi las batallas no me gustan, pero si reconozco que tiene un halo misterioso, y coincido con vosotras en que cuando estuvieronn aqui los ingleses se portaron de forma totalmente cruel, tipo hooligans o como se diga. Resumiendo a lo salvaje ellos que van de caballeros por la vida.
gracias por ampliar nuestros conocimientos.
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Bona Caballero
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Ruth M Lerga
Francamente, podrían haber ido a... bueno, a acariciarse al río, o a montar un campeonato de mus, o a lo que fuera.
Pero lo cortés no quita lo valiente, y tras la persona, que se avergonzó de ser irlandés, que ignoró a su esposa y se limpió la conciencia a última hora, que como primer ministro fue... lo que fuera...
Tras la persona permanece la leyenda.
Y decir Welligton es hablar de leyenda.
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Miryam
Cuantas cosas se pueden aprender leyendo romántica ;-)
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ELSA
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ladye
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kalina
Gracias por el artículo, muy bueno.
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Mary Jo
Gracias por el artículo Ruth, y estoy de acuerdo contigo, la vida de este señor da para una novela maravillosa ¿que, te animas?
besos
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Mencía
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Anasy
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Noabel
P.D: Con semejante descripción y entusiasmo me he vuelto loquita hasta yo :)
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Aysha
No tenía idea de la vida de éste señor, pero la verdad es que es la mar de interesente.
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kkekka
Interesante la vida de este señor. Se le podría llamar el señor "por los pelos".
La cosa es que tiene una vida ciertamente interesante que nos has acercado a tu manera, siempre amena y entretenida.
Gracias por tu artículo.
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